La teoría de los cristales rotos

Leía el otro día sobre la teoría de los cristales rotos, esa explicación según la cual si ponemos un coche de lujo en dos barrios bien distintos, uno de alto nivel social y otro un suburbio complicado, en el segundo caso el coche tardaba menos de 2 días en ser desvalijado mientras en el primero el coche no era forzado ni en dos semanas de prueba.
Pero si en el barrio de lujo se dejaba el mismo coche con un cristal roto, se tardaban los mismos dos días en ser desvalijado.
Y saco este tema para intentar demostrar que los Ayuntamientos deben cuidar al máximo la limpieza y el orden básico en TODAS las zonas de las ciudades, sin distinción.
Muchas veces, que una calle esté sucia, una zona de parque descuidada, es porque el cuidado público de ese equipamiento no es el mismo en todos los lugares.
Como decía Tierno Galván, la obligación de los munícipes es arreglar y mantener los equipamientos públicos en perfectas condiciones. A costa de todos, eso si, porque ese el precio fijo por haberlos construido.

La Torre de Babel de cada uno de nosotros

Todos llevamos dentro una pequeña o gran Torre de Babel que nos impide entendernos con los que nos rodean.
Una coraza que nos impide entendernos bien, que nos deja desprotegidos para poder amar con más fuerza, con más ganas, con sensibilidad y sencillez.

No caminamos en la búsqueda de la sencillez, nos enredamos en pequeñas diatribas y peleas absurdas que nos enmarañan.
En vez de subir mirando al frente, sabiendo que al final está la meta y el premio, subimos mirando a los lados pensando en los vientos, en los arbustos que molestan o no, en las piedras pequeñas del camino.

Si subimos con el ánimo abierto, encontraremos aire para llegar, no nos cansaremos en el viaje, nos sentiremos a gusto con nosotros.
No debemos mirar los malos colores, los aires sucios, las piedras torpes, estarán, pero no nos deben importar.

Hoy seguiré queriendo como el primer día a los que me rodean. Seguiré recordando a los que no están.