8.10.08

Capitalismo viejo, capitalismo nuevo. La responsabilidad de la izquierda europea en el siglo XXI

El capitalismo liberal del siglo XX está muerto por culpa, no de una izquierda que haya sido capaz de ofrecer una alternativa, sino por las mezclas de laboratorio de unos especuladores neoliberales que creían que era inmortal.
A partir de ahora la izquierda europea, la única izquierda ilustrada con posibilidades de crear escuela, debe reinventarse, porque es posible cambiar el sistema que ahora mueve el mundo.
Y lo es porque el que hay ha demostrado además débil y enfermo.
La responsabilidad de la izquierda debe ser asumida sin complejos, y ser capaz de crear un nuevo orden mundial más justo, más lógico, más humano, más verde, más compartido.
Se necesitan nuevas ideas que muevan a este mundo oxidado y viejo, se necesitan nuevos líderes europeos capaces de crear pensamiento y debate, capaces de gobernar con carisma a una sociedad harta de una pandilla de hienas que han jugado con los números de todos para su gran negocio personal.
La responsabilidad de la izquierda consiste en no quedarse anclada en las viejas ideas, en reinventar el socialismo para adaptarlo al siglo XXI, para hacerlo más asequible a todos los segmentos de la sociedad. No hablo de crear una tercera vía, hablo de crear un nuevo socialismo, porque el viejo también está herido al no ser capaz de ofrecer alternativas tras la caída del Muro de Berlín.

Diferencias entre el plan Paulson (plan Bush) y el plan español frente a la crisis.

Antes de que empecemos a comparar las dos medidas como una mera inyección de dinero, habría que retomar la visión general y particular que expresan los dos planes, por que el mensaje económico que encierran es totalmente diferente.

En el plan americano, los activos que el gobierno compraba eran los denominados “tóxicos”. En otras palabras, se dotaba de un dinero a los bancos por cargarse el muerto que ellos mismos habían provocado. El mensaje entre líneas nos dejaba boquiabiertos: Ustedes hagan lo que quieran con los dineros de los demás, si sufren una crisis, les pagaremos los platos rotos. El estado, se quedaba con unos activos valorados de forma no muy transparente, con la morosidad sin cambios, y con una gran deuda. Ahora eso si, la única o la mejor de las consecuencias es que inyecta confianza, y la bolsa sube. Mas hay otro problema, que ya apuntaban otros economistas: Si este plan falla, y no da confianza, no volveremos a los niveles de antes, estaremos peor.

En el plan español la cosa cambia. Los activos comprados por el estado son los verdaderamente buenos. Se les dota de liquidez rápidamente a los bancos, para que entre ellos se recobren la confianza, y el mercado pueda volver a caminar, pero mientras el estado no se queda sin nada, pues sus activos si tienen unas buenas garantías. Y por tanto los contribuyentes están mucho mejor amparados.

Ahora bien, el plan español, tal y como yo lo veo, tiene que resultar como un impulso a la economía, no su puesta en marcha. Faltan muchas cosas que arreglar, muchas de las cuales necesitan tiempo para recomponerse y buscar su sitio (como el mercado inmobiliario), y otras que necesitan una revisión a largo plazo (sector energético, niveles de productividad, dependencia exterior…).
Pero es un paso, y Roma no se construyó en tres días. Saludos.