16.6.08

Miedo. Crisis. Esperanza, Economía.

Estaba leyendo un libro sobre zombies cuando en un capitulo aparece una afirmación que inspira al pensamiento.
Dice así: Encended la televisión, ¿qué veis? ¿gente vendiendo productos?, ¡no! gente vendiendo el miedo que tendríais de vivir sin esos productos.
Al margen de sus connotaciones comerciales, podemos trazar una línea firme de relación directa entre el miedo y la crisis, más concretamente, la crisis económica.
Como diría Yoda, “El miedo es el camino hacia el Lado Oscuro”, pues el miedo atrae al miedo, y nos encierra, nos asfixia, y nos impide ver, opinar y actuar con racionalidad, con propiedad.

De hecho, el miedo se tiene que instalar en cada uno de nosotros, tiene que afectar a la economía, y tiene que llevarnos a cada uno a que veamos el fondo. Si no viéramos la verdadera crisis, nos quedaríamos siempre con el miedo a que llegara el temido trance, tachando en el camino de mentiroso, a cualquiera que la niegue.
El miedo humano no solo es humano de forma individual, ya que afecta al global. Si consumimos menos, producimos menos, invertimos menos, progresamos menos. Nos podemos estancar, y de hecho lo hacemos con facilidad.
¿Pero entonces, porque hay ciclos, porque no caemos en la crisis y nos hundimos con todo nuestro sistema?
Pues porque una vez que hemos llegado a la crisis, que ya la hemos visto, que ya sabemos que es real, y no solo en nuestras cabezas bien o mal informadas, una vez que la crisis ha afectado de todas las formas posibles a las lindes sociales, estamos listos para la esperanza.

Hasta que no llegamos a la crisis, cualquier propuesta de esperanza se ve mermada por nuestro propio pensamiento. (¿400 euros de Zapatero? ¡eso no sirve de nada!, ¿No ves la crisis que se nos viene encima?, ese pensamiento hace justamente que el dinero de por si no valga nada, que los 400 euros de Zapatero, económicamente, sean aire).
En cambio, una vez que ya hemos llegado, estamos dispuestos a que todo pueda ir a mejor. Paradójicamente, es como una de esas balanzas en las que cada crío se pone en un extremo. Ninguno puede elevarse hasta que no se empuje contra el suelo. Es imposible hacer fuerza mientras se está bajando, hay que tocar el suelo de verdad.
El miedo, y la esperanza son humanas, son economía en su máximo esplendor.

Lo peor que podría pasar, es un miedo a una crisis que nunca llega. Teóricamente eso no puede pasar, pero sería lo peor.
Lo mejor por tanto, sería la esperanza a un superávit que nunca llega. Y esto no es (como se puede pensar), un autoengaño sobre una economía que presumimos va bien, pero está en caída libre y sin paracaidas, si no que sería el perpetuo apoyo por parte de nuestra forma de ser y actuar a la economía. Ahora bien, no existen estímulos externos al sistema económico mundial, y como todo está globalizado, no podemos tener estímulos que nos permitan tener siempre esperanza. De hecho, encontramos muchas más razones para el miedo (fin del petróleo, subdesarrollo, nula investigación, corrupción, etc.), que para la esperanza (nuevos recursos naturales, mejora increíble de la tecnología, bondad suprema del capitalismo ¿?, etc.). Es por eso que tenemos ciclos en casi cualquier aspecto social.
Es por eso por lo que ahora estamos en recesión, (o crisis, o en dificultades, o como lo quieran llamar). Saludos.

LOS ERRORES EN POLÍTICA SE PAGAN MUY CAROS

Los errores en política se pagan a un precio altísimo, las organizaciones políticas que se deben a sus electores, a su sociedad y la representan, no pueden cometer errores, porque estos se pagan a precio de oro.
Quien esté en política para pensar que no está dentro de un producto que se llama partido, que cada 4 años se debe enfrentar al examen de la sociedad y aprobar, lo mejor es que deje de estar en un partido político y se dedique a trabajar en asociaciones políticas.
La diferencias es fundamental, es de método de trabajo, de organización.
Desde una asociación política no se presenta nada ni nadie a examen cada poco tiempo, y puede mantener unos criterios políticos limpios y perdurables en su historia, porque son sus militantes los únicos que tienen voz y voto en la organización y ponen además la gasolina.
Pero un partido político pivota sobre sus cargos institucionales, y para poder tenerlos, debe someterse a su sociedad, cambiante esta en cada momento social, y obtener de ella su aprobación.
Y pivota sobre sus cargos institucionales, porque son los que le dan la financiación y sin ella no hay partido político que resista. Y si muere esta, mueren sus proyectos de transformación, de gestión de la sociedad.
Un error político supone la pérdida de la credibilidad, y con ello la pérdida de los votantes. Nada hay que perdonen menos los votantes que la pérdida de la confianza, y quien dentro de su casa no sabe gestionar su familia, muy difícil podrá obtener la confianza para que gestione la casa de los demás.
Un partido político puede incluso olvidar a sus votantes, olvidarse de que se debe a lo que ellos piensan. Pero será uno de los últimos actos que realice en política antes de su desaparición.
Es imposible estar en política, dentro de partidos, sin que se busque el apoyo de la sociedad en forma de votos. Y el apoyo además de una parte de la sociedad que es comúnmente muy neutra, muy ambigua, muy cambiante.
Imaginemos un partido de izquierdas que desea ampliar su base de votantes. Necesita no solo tener nuevos votantes, sino lo más complicado, quitar votantes a otras formaciones políticas o a la abstención. Las personas que votan, normalmente ya lo han hecho otras veces.
Esperar que esas personas, afines sin duda a tus ideas, pero que ya han votado otras veces, aumenten en número, es una tarea muy complicada porque supone que cambien su orientación de voto. Un partido político se puede presentar ante su sociedad con unas ideas muy pulidas, puras y únicas, pero si no son capaces de calar en la sociedad común, en la de la calle, no tendrán logro. Podrán tener el aplauso de los intelectuales, de los políticos más puros (muchos de ellos ya votan a otras opciones o ya te votan) pero si se quiere aumentar la fuerza, se tiene que recurrir a la base de la sociedad.
Sin ella no hay posibilidad de nada.
En política los errores se pagan en precio de euros, y por desgracia este sistema, que podemos no estar de acuerdo con él, pero que de momento es el que hay, funciona con muchos euros. Si queremos cambiar el sistema, empecemos por comprender cómo funciona TODA la sociedad, metámonos dentro y trabajemos duro. Pero insisto, TODA, no solo la parte que creemos representar.
Desde fuera, no se puede conseguir la justicia, no se puede transformar la insolidaridad.
Para eso están las asociaciones que no se deben más que a sus socios.