15.1.08

La mentira tiene las patas muy cortas

Se me ha dicho en alguna entrada de un medio de comunicación, que soy miembro de los trabajadores del partido. Y en otro lugar que tengo el brazo de madera.

Voy por partes.

Entro al trapo porque me resultan simpáticos los dos adjetivos. Y porque no me entra el sueño, no se qué me pasa.

Yo llevo toda la vida viviendo de un oficio que hasta hace unos pocos años nadie conocía. Hoy diría que siempre ha vivido de las Artes Gráficas, pero he tragado más ácido nítrico y cianuro que todos os de mi barrio juntos y es de los grandes. He sido fotograbador.

Y sobre el brazo de madera, pues no se a cual se debe tal honor, pero he de decir que si, que soy fiel, y que de pequeño me enseñaron que la fidelidad es un valor. He sido fiel en todos los sitios en donde he estado, en donde he trabajado. Se me conoce por ajovin desde hace muchos años. Y seguiré siendo fiel durante años si me lo permite la salud.
Ser fiel no es ser idiota ni ser imbécil. Es participar y exigir antes de levantar la mano, trabajar codo con codo con los que al final tocan el pito.
Creo en los equipos, en los directores de orquesta y en los músicos de jazz. Incluso estos últimos tienen un equipo que conocen y que saben acompasar al ritmo que sin querer alguien marca. Yo en mis equipos quiero gentes que sepan trabajar en equipo. Lo otro, es falsedad y no sirve.

14.1.08

Palabras.

Las palabras son solo eso, palabras y nada más.
Palabras sin más concepto implícito que el de unas letras juntas y el de un pensamiento idiomatizado. Palabras que no dañan ni hieren. Que forman inconexas textos sin sentido.

Las palabras no son más que palabras, vacías de contenido, excepto aquel que le damos por convenio establecido.

Las palabras no tienen vida… tienen alma.
Un fragmento de alma humana que descansa en cada una de las palabras que soltamos y dejamos volar. Un pedacito minúsculo que no se puede ver ni tocar.
Las palabras atraviesan sentimientos. Los expresan, los crean, les dan forma y color, y todo ello junto crea el placer y el dolor.

Las palabras pueden expresar ideas que nunca pudimos pensar, que nos invaden el alma y nos dejan crear, a través de cientos de cuentos y vientos de azar.
Las palabras velan por nuestros intereses. Nos guardan secretos, nos miran en versos, están en los rezos, miran escondidas entre los besos. En prosa descansan decenas de cientos de miles de textos.

Las palabras si hieren, y pueden dañar. Hasta el mas humano se puede equivocar.

Las palabras se esconden inquietas, se mueven sin cesar, mas gracias a dios se pueden guardar. Se pueden plasmar. Y en cientos de años, si queda algo por mirar, alguien podría quizás admirar, lo que escribió un pasado, olvidado y arrastrado por la realidad material, y en secreto resguardado por la patria verbal.

Son las espadas del mañana y del ayer, que sienten y viven, que te dejan comprender, que atacan y defienden, que mejoran tu querer. Indómitas y rebeldes acompañan al silencio, lo apagan y lo velan, hasta que vuelve a aparecer.

Las palabras lo son todo. Lo son todo y nada más. Y nada mas que unas letras, siempre juntas claro está, que forman nuestras ideas, mas allá del pensar.
Las palabras los son todo. Pero… ¿Qué mas da?

Las palabras son solo eso, palabras y nada más.