10.1.08

¿Se puede vivir mejor? (II)

Antes de empezar:
Yo me considero agnóstico, así que me van a disculpar cuando tienda a llegar a unas conclusiones que quizás no sean las suyas. De hecho, todo será mucho mas completo si después responden en los comentarios sus apreciaciones con respecto a las preguntas. ¡Más participación, más debate, más diálogo, más vida!

Sigamos pues desvelando los entresijos de las cuestiones planteadas.

Ahora le toca el turno a:
- ¿Puede el ser humano (como individuo) ser plenamente feliz?

La pregunta es algo compleja y con muchas y muy varias respuestas o análisis.
Lo primero que nos vendría a la mente es el concepto de “Ente superior”, y nuestro lugar en la Tierra. ¿Estamos hechos para ser felices o para sufrir?
Fíjense que en la pregunta omito la interacción directa con Dios, ya que los agnósticos y ateos también pueden preguntárselo sin tener que recurrir a él.

Dos observaciones distintas:

1º/ Considero que dentro de la pregunta está implícito el concepto de ente superior, ya que consideramos que la finalidad de nuestra vida está predestinada. Sin embargo como ente superior, no podemos llegar a él, racionalmente, y no podemos saber realmente la respuesta.

2º/ Considero que la pregunta es errónea, ya que no estamos hechos ni para una cosa ni para otra.

En realidad las dos llegan a un punto claro: no podemos saber la respuesta.

Si no podemos conocer la existencia a través de su finalidad, quizás si podamos a través de su existencia. Somos felices, y sufrimos. Las dos existen como opuestos. El ying y el yang, el bien o el mal, cielo o infierno, todas son las mismas caras de una moneda (que por cierto también es cara o cruz).
Si la felicidad está relacionada con el sufrimiento, entonces podríamos afirmar que no podemos ser plenamente felices sin tener sufrimiento. Si la felicidad y el sufrimiento no están relacionados se pueden tener ambos, ninguno o tenerlos de forma indiferentemente.

Hay que definir por tanto que es la felicidad y el sufrimiento.
Apartaremos un poco las definiciones del diccionario (a las que siempre me suelo remitir en estos casos), ya que el concepto de felicidad para unas personas puede ser diferente que para otras, o englobar aspectos diferentes.
Yo por ejemplo, no puedo definir de forma correcta la felicidad. Es como la zanahoria que mueve al burro, y por tanto la carreta.

Sin embargo, en base a la felicidad futura, considero que el sufrimiento es justamente el esfuerzo previo a la felicidad, como el esfuerzo que hace el burro por llegar a su alimento. Sufrir dolor de muelas, por ejemplo, es la felicidad futura cuando ya no tengamos ese dolor.

Pero hay dos aspectos que están al margen de este concepto: El sufrimiento que no se puede suplir, y la felicidad que ya tenemos.
Por ejemplo, una persona que tema a la muerte, no puede ver suplido ese temor (solo psicológicamente), ya que no hay nada que pueda “quitar” a la muerte de en medio.
Y, por ejemplo, una persona que este plenamente feliz con su vida actual. Ya no busca felicidad, por que considera que ya la tiene.

Irremediablemente y en el conjunto de las personas, padecemos los tres tipos. Tenemos una cierta felicidad, buscamos más felicidad, y padecemos sufrimiento tanto esporádico como sin cura posible.

Por cierto, el sufrimiento creo que no hay que tomárselo como un continuo dolor de algo, sino como aspectos que nos disgustan.

A tres niveles.
- Irracional: Fobias. Amores perdidos...
- Neutral: Casualidades. “Mala suerte”…
- Racional: Paso del tiempo. Dolores crónicos…

Por tanto, la felicidad y el sufrimiento están en un continuo vaivén. Aquí ya entran en juego las personalidades y la cultura de las personas que se toman unos problemas de forma diferente a otros. Pero en general, no podemos ser solo felices, o solo sufridores.

Así que a la pregunta: ¿Puede el ser humano (como individuo) ser plenamente feliz?
Yo respondo “No”. Puede ser feliz, pero no solo feliz.

Y abro dos cuestiones:
- ¿Debe ser plenamente feliz?
- ¿Qué carajo opina usted?

9.1.08

¿Se puede vivir mejor? (I)

Vivimos en una sociedad de bienestar. La verdad es que es una frase que se repite mucho pero que verdaderamente no tiene sentido si no la vemos desde el conjunto del mundo entero, comparando las diferentes formas de vida.

Muchas veces tratamos de buscar la felicidad. De hecho, es muy posible que el fin último de todas las cosas que hagamos sea buscar la felicidad. Si no directamente, si indirectamente.
¿Pero podemos llegar alguna vez a ser plenamente felices?
La sociedad va avanzando intentando encontrar los puntos claves de los temas importantes que albergan la respuesta final a la eterna pregunta.

Y aquí expongo tres preguntas clave del tema.
- ¿Podemos estar plenamente desarrollados colectívamente?
- ¿Puede el ser humano (como individuo) ser plenamente feliz?
- ¿Debe ser plenamente feliz?

A la primera se responde con la política. Y es muy fácil ver que, al menos de momento, esto es totalmente imposible. Vivimos en una sociedad donde cada persona tiene libre capacidad de pensamiento, y esa capacidad conjunta con la razón, da las respuestas personales a las preguntas clave (desde permitir el aborto o la eutanasia, a imponer mas impuestos a los ciudadanos y no a las empresas, etc…).
Cada persona tiene un punto de vista, y generalmente esos puntos de vista se suelen asociar con ciertos parámetros “base”, que se unen para formar los partidos políticos, que defienden las ideas en democracia.

No existe una sola idea que por si sola convenza a todas las personas.
Por ejemplo, ¿De que sirve cambiar leyes, o iniciar proyectos bajo el gobierno del PSOE, si dice Rajoy (ayer mismo), que si llega al poder hará una revisión de muchas medidas?
Desde esta perspectiva parece que la política no puede conseguir nunca llegar a la felicidad de todos. Por ello quizás debamos cambiar la perspectiva de apoyo.

Muchas veces en los debates (los pocos que hacen en televisión), estos se basan en:
- Un grupo que apoya la idea A
- Un grupo que apoya la idea B

El primero argumenta, y el segundo critica al primero argumentando su idea.
Luego el primero critica al segundo y vuelve a exponer su idea mediante falacias tipo: es lo que creo, ergo es lo que es. El segundo grupo repite el proceso. Añada publicidad por medio.
Acaba el debate, nadie a convencido a nadie (¿alguien esperaba que lo hiciera?), y los de casa en su gran mayoría se han quedado con el tío que mas alto hablaba y la idea más fácil y que mejor era vendida.

Un debate, a mi forma de ver, tiene que ser una reacción mutua de búsqueda de soluciones a un problema común. En vez de plantearse los puntos de vista como moles inamovibles del pensamiento, y usar una pelota que pasa de mano en mano, lo que se debería enseñar es a buscar conjuntamente una solución que aporte ideas de ambos bandos. Por supuesto esto necesita varias cosas para su funcionamiento, y lo primero y fundamental es el respeto. Pero el respeto de verdad.
Rajoy y Zapatero no se respetan, si, se dan la mano las pocas veces que quedan en la Moncloa, sacan la sonrisa para la foto, y ya esta. Luego ninguno de ellos entiende o da verosimilitud a las ideas del otro.
La respuesta está en la educación de respeto y en la empatía.
La empatía no es solo saber cuando le has hecho daño a alguien, es saber entender las ideas del resto aunque no concuerde con las tuyas. Es aceptar que hay mas formas de pensar y no solo respetarlas, si no también entenderlas (otra cosa es compartirlas). Es difícil, pero no es imposible.
Aun así, mi concepto de debate tampoco es compartido por muchos. Y tampoco es la política en su conjunto. La pregunta clave es, ¿Se puede tomar una medida que no afecte a una proporción de la población? Si, nuestro sistema se basa en la mayoría democrática, que es, a la vista de lo expuesto, el mejor sistema y más equilibrado.
Pero la pregunta es, aun así, ¿Podemos conseguir un bienestar colectivo sin perjudicar a una parte de la población?

Las otras dos preguntas las dejo para otra ocasión, pero piénsenlas ustedes mismos.