29.12.07

El vino (consejos para una cata)

Unos de los grandes inventos de la humanidad, es sin duda el vino. ¡¡Hipp!!
El vino está vivo, ya se que lo sabe, y usted también está viv@, y la mezcla de estos dos elementos vivos producen una serie de sensaciones nunca iguales, difícilmente repetibles.
Yo les propongo un juego.

Se necesitan al menos 2 personas aunque lo ideal es 4 con diferente experiencia enológica.

Ponga en 4 copas normales, un rosado del año, un tinto crianza, un manzanilla o fino seco y un rancio dulce u Oporto.
Empiezen por este orden a probar los vinos y a comentar entre ustedes las sensaciones.
Olor, textura en boca, sabor, sensaciones, e intenten buscar comparaciones con otros sabores que ya conocen. Y digan qué tipo de vino les gusta más y porqué. Intenten adivinar si se apodera algún sabor en especial, los sabores primarios del vino, y si detectan en su olor algún signo de frutas, de especias, de olores conocidos.
Una vez acabada la cata, y sin dejar de hablar, cosa lógica si hay vino en la mesa, empiecen a volver a beber unos sorbos de los distintos vinos en un orden aleatorio. Observarán que todo lo que antes han dicho sobre cada vino ha cambiado. Cada repetición de cata el vino de cada clase le produce distintas sensaciones.
Esta prueba se puede llevar al infinito.
Si quiere, entre cata y cata tome un poco de pan con queso, y varíe las clases de queso entre suaave y azul, entre Gruyere auténtico y Picón, entre Camembert y Pata de Mulo.
O meta en el juego algo de jamón o de repostería dulce. Los resultados son siempre distintos.
Ya, ya se que lo sabía, Solo estoy jugando.

¿Ha probado a servir el mismo vino en diferentes copas, o a distintas temperaturas?

Sin duda el vino está vivo, y lo más importante, usted también, porque se da cuenta de los cambios.

Vivir en Zaragoza es duro pero agradable

Vivir en Zaragoza es duro. Bueno realmente estaría mejor dicho vivir en las Zaragozas. Tenemos dos bien distintas, la de las nieblas que hace que durante todo el día durante semanas no subamos de 2 grados de máxima, y la de los 44 grados del sol en verano que achicharra.
Pero es lo que tenemos los zaragozanos, que a costa de vivir en nuestra tierra, estamos preparados para vivir en cualquier sitio del mundo mundial.
Igual soportamos los fríos de febrero de Suecia (recuerdo un año en la frontera de Dinamarca con Alemania que me avisaron del frío extremo que me iba a encontrar en cuanto saliera del avión. Aquella noche nos fuimos los 4 de Zaragoza de marcha por la ciudad, porque nos parecía una bendición los 12 bajo cero sin aire), como los calores de otro febrero en Marrakech en donde en una sola tarde me pelé la calva sin sentir calor por ningún sitio.
Estamos hecho de otra carne. Somos ternasquicos bípedos capaces de soportar lo insoportable.
Sino, de qué tendriámos este carácter tan nuestro, que somos capaces de despellejar al vecino por cometer la felonía de querer destacar siendo de la tierra.
Aquí no destaca nadie, mecagüenlaos, y si vales te piras a otra tierra que aquí no aguantamos tontadicas.
Igual es el frío.
O el calor.
O el Cierzo.