5.6.07

Biel

Después de la ubicuidad viene la calma. Hasta los dioses dimiten, hasta los dioses mienten cuando dimiten.
Querido José Ángel, en la precampaña salías rodeado de todo un plano de metro que asustaba. Yo me acojoné (del verbo coger con fuerza y me agarré a mi piso para que no temblara cuando le hicieran los ahujeros) porque vi que nos quedábamos sin romanos por mucho que tú dijiste con sabiduría de profesor que más romanos hay en Roma y también hay metro.
No si si tú has viajado a Roma y si lo has hecho si has viajado en metro, Yo te juro que no quiero el metro de Roma en mi ciudad. El de Madrid o el de Londres me lo pensaría, pero los apretujones del de Roma no. Y sabes porqué ¿pues porque hay muy pocas líneas, con frecuencias largas y a los viajeros los meten a empujones (como en Tokio) los guardas de seguridad.
Pero yo te pregunto una cosa, ahora que ya se que tienes las Consejerías del nuevo Gobierno asignadas, incluso sin haber abierto la boca ni tú ni los otros, y luego hablaremos todos de transparencia.
¿Porqué no has dimitido de Diputado en vez de Portavoz de la Oposición en el Ayuntamiento de Zaragoza y seguías defendiendo tu metro?
¿Habías explicado alguna vez que no ibas a ser ubicuo?
Estas Elecciones últimas van a pasar a la historia por ser las primeras en las que todos pierden. Igual es una enfermedad nueva.

¿Tan tontos somos todos?

Acabo de colgar con mis contactos en el País Vasco. Uno también tiene derecho a tener amigos en las partes en las que considere ¿no?
Se sabía desde hace semanas que esto estaba acabado del todo y se ha esperado al momento peor, posiblemente peor, en la semana de vía crucis del PSOE del 2007 en donde todo parece que le sale mal. Que nos sale mal porque muchos de estos temas nos afectan a todos.
Volvemos al diálogo del tú a tú.
Ellos nos puedes seguir llamando putos españoles y nosotros podemos decirles otra vez que son unos asesinos sangrientos. Bueno mis amigos me han dicho que los insultos no se han dejado de lado nunca.
Pero hemos perdido una ocasión histórica y de las que entran muy pocas en un siglo, para arreglar las cosas, para demostrar que el sentido común se puede aprender en la escuela de la vida. Ni unos, ni otros, ni los de allá, han sabido, han querido y han preferido hacer, porque cada uno tenía un motivo distinto para que fracasaran los intentos de los otros.
Con estas cuerdas y palos no se pueden hacer las barcas de la negociación. No existió nunca generosidad por parte de nadie, y la generosidad como la bondad o la oportunidad histórica o la capacidad de liderazgo o se tiene o no se tiene, pero en ningún sitio se vende ni se enseña.
Algunos de los jóvenes de este país no han conocido los años malos, y es posible que si los conozcan sepan a qué nos referimos los abuelos de la hostia cuando nos ponemos pesados intentando comprender las cosas. Una pena tener que recurrir a tener razón al tamaño precio que todos vamos a pagar.