Nosotros estamos a punto de aprender a no tenerlas. Pero tampoco sabemos por qué cambiarlas.
Toda ciudad que se precie de ello debe tener su centro, su plaza, su foro. Su lugar emblemático en donde quedar a verse, en donde identificarse. La ciudad debe tener su "corazón" que sepa latir y transmitir los latidos.
¿Usted…? —¡si, usted que mira para otro lado!— ¿…ha mirado con calma su ciudad y he pensado que igual es interesante amarla un poco más, conocerla y tocarla, disfrutarla y entrar dentro de ella?
Porque las ciudades tienen tripas, y eso es lo más difícil de encontrar pero lo más maravilloso y personal. Las ciudades están llenas de interiores alejados del asfalto.
Toda ciudad que se precie de ello debe tener su centro, su plaza, su foro. Su lugar emblemático en donde quedar a verse, en donde identificarse. La ciudad debe tener su "corazón" que sepa latir y transmitir los latidos.
¿Usted…? —¡si, usted que mira para otro lado!— ¿…ha mirado con calma su ciudad y he pensado que igual es interesante amarla un poco más, conocerla y tocarla, disfrutarla y entrar dentro de ella?
Porque las ciudades tienen tripas, y eso es lo más difícil de encontrar pero lo más maravilloso y personal. Las ciudades están llenas de interiores alejados del asfalto.
Los pub debajo tierra y los barrios externos de Londres, los pasajes interiores de Praga o de París, las cafeterías de Roma o algunas tiendas de Barcelona, las callejas o los túneles del Metro de New York son pequeños ejemplos de que se nos escapan las tripas de las ciudades, en donde se vive y mucho.