6.12.06

La/mi/tu ciudad. Amemos a la cueva que tenemos

La ciudad en realidad simple es la reunión de cuevas, el lugar de asentamiento social, el corral del inevitable animal que llevamos dentro. No sabemos como se organizarán en otros planetas, pero cabe incluso la posibilidad de que no tengan ciudades.
Nosotros estamos a punto de aprender a no tenerlas. Pero tampoco sabemos por qué cambiarlas.

Toda ciudad que se precie de ello debe tener su centro, su plaza, su foro. Su lugar emblemático en donde quedar a verse, en donde identificarse. La ciudad debe tener su "corazón" que sepa latir y transmitir los latidos.

¿Usted…? —¡si, usted que mira para otro lado!— ¿…ha mirado con calma su ciudad y he pensado que igual es interesante amarla un poco más, conocerla y tocarla, disfrutarla y entrar dentro de ella?

Porque las ciudades tienen tripas, y eso es lo más difícil de encontrar pero lo más maravilloso y personal. Las ciudades están llenas de interiores alejados del asfalto.

Los pub debajo tierra y los barrios externos de Londres, los pasajes interiores de Praga o de París, las cafeterías de Roma o algunas tiendas de Barcelona, las callejas o los túneles del Metro de New York son pequeños ejemplos de que se nos escapan las tripas de las ciudades, en donde se vive y mucho. 

19.11.06

Crecer hacia dentro es complicado

Crecer hacia el cielo es sencillo, cualquier ilustrado lo sabe hacer si le dan dineros y un espacio vacío donde construir ideas. 

Pero crecer hacia dentro es mucho más complejo porque se necesita un cierto poso, unas ganas de agradar y de ser útil, una necesidad de ser generoso en la entrega, porque de nada sirve ser amplio y no desear entregar a los demás.

Nuestra compañía, nuestra mirada o unas palabras de apoyo pueden ser mas que suficientes para dar amor y paz, algo sencillo en apariencia pero que no siempre hacemos.

¿A quién no has llamado hoy por teléfono para escucharle?