Franco varió el rumbo y se salió de ningún Eje antes del final de la Segunda Guerra Mundial. Como buen gallego y tibio masón republicano se entendió políticamente con Churchill –aristócrata de posición minoritaria entre la pronazi inglesa sajona porque anticipó los estragos que cometería Hitler- y, se dice que en un caldo de compra de tetrabrik cocido por la CIA en que el pollo era Carrero Blanco, consiguió al final de sus días en la cama con baldaquino de El Pardo, dejarle a España atada y bien atada una monarquía parlamentaria con “dictablanda”.
Parece que estos mismos le dieron volantazo a la dirección del PSOE en Suresnes y nos recetaron años de Felipe y Guerra que hicieron una gran gestión con sus equipos de todo menos de la trasparencia. Y así nos los canonizaron desde los socialistas históricos europeos a los bancos patrios en cónclaves sin participación de sus votantes, que nos van a volver a recetar.
Occidente cubrió con cuadros ágiles y nuevos la laguna de la ausencia del partido en la calle de la oposición a la dictadura que tanto nos van a glosar, con sus dirigentes históricos no viviendo nada mal en México en su refugio se dice que masón. A principios de los 70, era más frecuente que un detenido por el Tribunal de Orden Público y posterior concejal militase en opciones leninistas o trotskistas que en el revisionismo socialista suave.
Ayer "La 2" programó el acto inaugural de la serie “La Conquista de la Democracia” en que la clase política española resultante de la transacción democrática nos va a agradecer al pueblo reconvertido, despedido de la industria y pesca y paralizado en su participación por el sistema, nuestra escasa participación en la historia reciente de España.
Daba vergüenza propia para una persona de izquierdas como sobreactuaron en primera fila las ministras Montero y Díaz, con ropa nada sencilla y abriendo los ojos y los dientes como platos de tiburones que han mordido el poder y no lo van a soltar.
En la tarima, un magníficamente elegante Nicolás Sartorius, todo un aristócrata oveja blanca, se encargó de recordarnos que el arranque del fin de Paco fue una movida universitaria en Madrid en los años 50, y eso me recordó a Monedero y a Pablo Iglesias animando a los demás a dormir al raso.
En esas décadas de los 60 y 70, Aragón perdió toda la juventud de la generación de mi madre, desequilibrio que cincuenta años de democracia no ha restaurado. Hoy, la despoblación convierte la vida rural en insegura y las comunidades autónomas están en crisis de fe, porque solo creen en lo que se ve, para una parte de la población. Agravada por el episodio de la gestión del desastre de Valencia.
Felipe Borbón y su señora, el rey vigente que iba a heredar de puntillas una parte de la herencia del señalado por Franco que ha resultado más pestilente con seguridad de lo que él mismo suponía –y que a mí me parece un Hannover educado por su madre fuera, un políglota que solo encontraba comparación en Carlos I y otro Felipe hermoso-, salió coronao de su visita a Paiporta.
No reculó y ganó un saco de votos populares de los que nunca se planteará tener para su elección como Presidente republicano, en que arrasaría con más del 60% de los votos con las sombras de siempre de que no le votaría nadie en las nacionalidades históricas republicanas.
Felipe Borbón es el más alto de los aristócratas españoles menos en patrimonio, goza de una condición constitucional que ningún ciudadano que no haya estudiado comprende: es un árbitro nada más, pero puede intervenir y lo hace desde una posición que el personal entiende moralmente reforzada. Y cómo intervino su padre en la gestión, especialista en contratación administrativa cuya impunidad un día nos contarán a quién le vino bien (y debería ser Pujol)…
En el medievo europeo, cuando la monarquía de una casa familiar perdía legitimidad o se ponía bajo la advocación del Papa romano –que lo cobraba largamente y se sangraba al pueblo- o el de otra casa que se sentía igual calentaba para ponerse en la silla. Está en Shakespeare.
En las dinastías que no se equivocaban mucho por gestionar poco o liderar de forma moderada, la Casa de Aragón, únicamente se producían novedades si el rey no tenía descendencia por falta de interés en procrear o ser eclesiástico, lo que ocasionó importantes cirios y zancochos.
Felipe se encumbró por un solo día como única institución ajena a las arbitrariedades en la desgracia de la DANA, sujeta a derecho natural –por eso volvió con sus hijas y ya no fue lo mismo-, en forma de santo ungido por cualquier iglesia porque seguimos en las mismas del bajo palio porque conviene (que eres un jefe de un Estado laico…).
Los reyes convinieron en su día, vamos a fijar que antes del whatsapp, como autoridad fija, se sacralizó su función por conveniencia colocándoles la corona sus familiares arzobispos, se creó un mito de figura desinteresada por la riqueza pero ungida, un amigable componedor cuyo reino económico no es de este mundo sino el prestigio del cargo que si se mantenía daba derecho por dejación de los demás a su herencia.
Cuando este acuario de manual que nació exactamente un año después que yo, ha renunciado parcialmente a su herencia plutocrática sobre la marcha, esa que emparenta a su padre con Trump y los reyes saudíes o emiratíes que aún hoy le engrasan a costa del secano aragonés enronado de placas solares: porque manda y gobierna solo el dinero.
El poder popular que se invocaba en Valencia, la toma de decisiones en formas de revuelta que ni allí ha cuajado porque los hijos de los muertos tenían una nula relación real con sus abuelos, palidece ante que llegue un rey a cualquier escenario de revuelta y se proclame capitán de su propio pueblo.
Felipe VI resurgió por unas horas como centro y como símbolo, invistiéndose en los mantos de Alfonso X el Sabio y de Jaime I de Aragón, apareció para calmar los barros en tiempos en que el derecho parlamentario a aplicarse que convirtió centenares de muertes en una negligencia por respeto a las competencias del otro, a la vez que de cálculo político, se convirtió en lento, miedoso por excesivamente controlado, despótico y tirano.
Hecha la digestión de su comida de viernes, desde la semana posterior Mazón comenzó a aplicar una huida de ese mismo derecho que será la entrega subsiguiente.
18.02 Luis Iribarren