No es posible fiarte de un mandatario mundial que cambia de opinión varias veces en una misma semana ante temas tan complejos, peligrosos e importantes como los aranceles. Resulta un desafío tremendo lograr credibilidad si se actúa así.
Nadie duda de su Poder, y al contrario. Él duda del Poder de todos los demás, lo que es ya de entrada un gran problema.
A un país grande, a un Gran País, a un país democrático que tiene que dar cuentas internas, a ninguna de todos ellos y en donde de una forma o de otra quedan integrados casi todos los importantes, no se les puede tratar así, pues el resultado siempre es negativo.
Hay muchas maneras de obtener un resulto no apetecible, no deseado, el que no se esperaba o se necesita, pero siempre el mejor camino para ello es emplear la torpeza.
Los aranceles son viejísimos, históricamente forman parte de los inicios de la economía de aldea, de ciudad. Miles de años encima de la mesa.
Las ciudades romanas se construían con murallas y puerta, no tanto para defenderse que también, como para poder cobrar un arancel, un impuesto, sobre los productos que entraban a la ciudad. El ejemplo de Zaragoza es muy sencillo, y como ella todas las ciudades con más de 2.000 años de historia.
Se cobraba un arancel a lo que intentaban vender dentro de la ciudad, a los agricultores, artesanos o ganaderos de fuera de la ciudad aunque fuera un barrio. Y se les cobraba según de donde vinieran y del producto que intentaban vender.
Lo mismo que quiere hacer Trump y nos lo vende como nuevo, como la solución del siglo XXI. Pero además los EEUU quiere un "café igual para todos". Hoy hay muchos otros métodos para lo mismo, pero todos tienen su más y sus menos. El que nunca funciona, nunca, es tratar por igual a todos, a los amigos y a los enemigos. Eso es de preescolar.
No es posible tratar por igual la entrada de verdura que en una ciudad amurallada no hay, no se "fabrica", que cobrar los mismos aranceles por la entrada de vino egipcio, que dentro de la ciudad hay vino propio aunque sea peor.
Es verdad que a China le hemos ido comprando lo que no está escrito, pero sobre todo por su precio. Ahora ya incluso por su calidad una vez que han aprendido tras enseñarles nosotros. Pero que sus productos sean mucho más baratos tienen que ver con varios conceptos. Por ejemplo con el precio de las respectivas monedas.
Si una moneda se devaluara cambiaría el precio de lo que compra y de lo que vende. Y sin poner aranceles. Este método lo utilizó España en la mitad del siglo XX y varias veces, por poner un solo ejemplo sencillo. El cambio de monedas te vuelve más competitivo y/o más pobre. Todo depende.
Ayer escuchaba en una televisión que desde España vendemos botellas de vino a los EEUU a 10 euros cada una, que al llegar allí y por el transporte se ponen en 15 euros. Hablo de vino que por la marca me parecía normal o habitual. Y del que yo nunca pagaría por esa botella más de 4 euros.
Lo curioso es que se decía que esos 10 euros, con el transporte eran ya 15, se vendían en 30 en la tienda por el margen comercial. Y que ahora si le añadimos el 25% de aranceles, se tendría que vender a 40 euros, algo prohibitivo.
Jodo con las cuentas de la vieja. No. No nos engañemos que eso no es así. Es MENTIRA. Al final el que menos sisa de ese negocio sigue siendo el gobierno de EEUU pues de entrada ya están subiendo las tiendas los precios de algunas bebidas en España como el bourbon. Je je je. Para que nos vayamos acostumbrando.
La solución es muy sencilla, Esa empresa de vino que vende a los EEUU botellas a 10 euros que terminarán en las estanterías a 40 euros, que le vendan vino del de 3 euros la botella, que ellos pueden vender a 1,5 euros, pues lo hacen ya en Supermercados españoles. Y entonces es muy posible que incluso con el arancel, estárann en las estanterías más barato que ahora.
Si APPLE por esta concatenación de torpezas mentales tiene que vender sus iPhone a 3.000 euros, como ya de entrada sabe que no venderá ni uno pues el resto de marcas surcoreanas las venderá tres veces menos, tendrá que inventarse algo. Y todos sabemos qué soluciones tiene, además de plantearse cerrar. Hay otras que tampoco gustarían a los EEUU.
¿Es posible fabricar en los EEUU millones de litros de vino en unos pocos meses a 1,5 dólares la botella? Pues no. Tampoco es capaz de fabricar las piezas del iPhone ni los tornillos para colgar cuadros en la pared que venden los supermercados chinos de nuestros barrios, pues el precio de fabricación es imposible de comparar.