Muchas veces tenemos una buena idea, una imagen del inicio de una historia que nos lleva a comenzar un relato. Pero al poco de empezar a desarrollar esa idea nos quedamos atascados.
Seguimos teniendo una buena idea, eso creemos al menos, pero no conseguimos hacerla avanzar sobre el papel.
Tenemos para resolver este problema un pequeño truco, en estos casos de congelación literaria en donde nada parece salir bien.
Escribimos el principio; hasta donde podamos desarrollar la historia. Incluidos sus personajes.
Escribimos después el final, terminamos la película mental, el relato, el cuento, girando la historia, dándole a ese final unos toques parecidos a su comienzo, para que se engarcen. Tiene que ser la misma fotografía pero con todo el argumento (que nos ha dejado estancado) ya transcurrido.
A partir de aquí nos falta lo más sencillo, rellenar el hueco que queda en medio. Hacer que encajen las piezas, que todo tenga sentido.
Caminar desde la salida hasta el faro que nos espera con su luz. Y luego disfrutar del camino.