21.3.25

Y en principio fue Hackman… Gene Hackman


El doctor Antonio García Omedes lo ha vuelto a hacer y publicado Prames, con excelente y escueta introducción histórica sobre la condición jacetana como capital de los Aragón-Ramírez del insigne historiador serrablés Domingo Buesa, el tercer tríptico o retablo sobre el románico aragonés. Abordando en ellos su peculiar tradición escultórica y marcas de cantero, con toda la información recopilada por su cámara fotográfica de alta precisión. Lo que está siendo una documentación revolucionaria para el acervo europeo científico en la materia.

Este tercer volumen se intitula “En el principio fue Jaca”, está magníficamente producido y prodigiosamente ilustrado y completa sus dos obras anteriores: “Mirar viendo”, que aborda ciertos elementos singulares de todo el románico oscense y de Cinco Villas por su carácter representativo, singular desde una perspectiva europea, y la ilustrativa “Castillo de Loarre. Dos miradas con un siglo de diferencia” que profundiza sobre los elementos propios del segundo santuario fuera de Jaca de los Aragón, el primero su panteón de San Juan de la Peña, comparando las fotografías del estado de conservación en los años 20 del pasado siglo con su situación actual, cuando va a alcanzar ser reconocido Patrimonio de la Humanidad.

Lo que impulsará de manera permanente, y no solo cuando es elegido para escenario de series o películas medievales, la hostelería de Huesca y su bellísima, sobre todo en tiempos de floración de sus almendros y cerezos, Comarca de la Hoya.

Os recomiendo la lectura y revisión de estas tres singulares publicaciones a todos los amantes del románico, a los oscenses y aragoneses en general para conocer nuestro patrimonio, pues están teniendo un alcance y dimensión históricas. 

Al concebirse para que todos podamos aprovechar y disfrutar de la obra de los canteros lombardos que entre nosotros vivieron, y seguramente forman parte de mis ancestros, y su sustitución por canteros que alquilaban sus manos y buen hacer en el Camino de Santiago, los auténticos arquitectos del medievo, enclavados en cofradías y en el caso aragonés, creando escuela por importación de monjes y artistas de Languedoc, por la vía tolosana llegados de las fascinantes ciudades del románico sur francés de Tolosa, Arles y Montpellier.

En el principio fue Jaca, y la ciudad capital de los Aragón se halla representada en carácter y estilo por la obra cinematográfica del recientemente desaparecido Hackman, y su discípulo australiano Hugh Jackman

El primero, modelo de los actuales actores versátiles, atractivos pero no necesariamente galanes, capaces como su homónima capital oscense de prestar con suficiencia y calidad, sin descomponerse, cualquier servicio al cine.

Si estos actores son Jaca y Omar Sharif, sin saberlo, actuó en representación del Sistema Ibérico reploblado por yemeníes, existen ciudades aragonesas que su potencia interpretativa son parientes de actrices.

La distinguida y algo fría Charlize Theron le sienta como un guante a la bella pero distante Huesca; la potencia, abundancia de géneros y pujanza de Zaragoza recuerda a las soberbias actuaciones de Meryl Streep o, en la presente generación actoral, de Jessica Chastain; y el románico delicado de Sobrarbe, Ribagorza y Cinco Villas me recuerda al paso de puntillas por la escena de la Garbo u otras actrices inglesas, desde la Watson, a la asombrosa Judie Dench o la impecable Helen Mirren.

El corazón minero e industrial oscense, Sabiñánigo y Monzón, y turolense quedaría enmarcado en las primeras cintas del dúo Kazán-Marlon Brando vestido de rockabilly estibador.

Si queremos buscar la sombra de Eastwood, qué mejor que detenernos en las saladas de Bujaraloz a Sástago, si ponemos picante a la gestión municipal en Utebo o Cuarte de Huerva relacionaremos su vida con la caída de ojos de Mae West, si pensamos en las joyas patrimoniales ibéricas de Daroca y Tarazona, directamente nos sale cualquier película y actores de David Lynch; como si viajamos desde Zaragoza por Leciñena y Monegros a Barbastro, estaremos sumidos en una película de Wenders, y no nos extrañe que nos hallemos repostando en la gasolinera de Lanaja detrás de nuestro Ángel Bruno Ganz.

Todo ello descontando a los directores, actores y cine extraordinarios grabados por Aragón. Y sin meter en la salsa a Scorsese y la Zaragoza del Barrio Oliver de los años 80.

Si Raquel Meller fue la mujer más bella de España en la Belle Époque patria, reservo su obra y legado, la de su director almuniense Florián Rey –con ese nombre que portan tantos rumanos que hoy viven en el Jalón Medio-, sus ojos y su paisaje a la actriz que a mí me ha parecido más subyugante y bella en película alguna: Nastassja Kinski en la tan aragonesa por tantos motivos, París-Texas.

21.03 Luis Iribarren