Ante la situación actual en Europa, las preguntas son básicas y lógicas, repetidas en todos los países, con respuestas además que no difieren en mucho. Europa y los europeos saben qué está sucediendo y hacia donde nos lleva la actual situación, si no somos capaces de revertirla.
Los europeos saben que Trump es un problema para Europa tal y como dicen encuestas que publica El País y otros medios. Y dudan de que los EEUU vuelvan a ayudar a Europa si Rusia amplía sus ataques a otros países vecinos.
A su vez saben que la OTAN, sin los EEUU con voluntad, no tiene el mismo sentido que hace unos años. Y que la Paz en Ucrania está lejos, sobre todo está alejada de que sea una paz justa para los ucranianos.
Europa a su vez está dividida entre mandar tropas directamente a Ucrania o mandarles solo ayuda militar, pero se admite que posiblemente sería el paso siguiente a la actual situación.
Y para ello en Europa se sopesa cada vez con más fuerza la necesaria creación de un ejército europeo, incluso ya se habla de la vuelta a un Servicio Militar obligatorio para los jóvenes en Europa.
Nadie duda de que hay que reforzar los gastos militares una vez que los EEUU haya advertido que se acabó transferir gasto desde su país hacia problema que atañen principalmente a los europeos, como si muchos de estos problema no hubieran sido alimentados por los propios EEUU, bien directamente o bien bajo el amparo de la OTAN.
Y nos queda saber y decidir desde dónde vamos a sacar los presupuestos para ampliar los gastos en defensa, que tendrán que ser en dos direcciones. Más defensa europea, y más defensa de cada uno de los países.
No debemos engañarnos, ahora ya no se trata de gastar dineros en tanques, aviones o fragatas y portaviones. Se trata de gastar en nuevas tecnologías, en defensa pasiva, en técnicas de comunicación global y de inteligencia militar, en sistemas de defensa para que no se pueda interferir en la vida construida alrededor de todos nosotros, con las nuevas tecnologías que ya son viejas.
Las nuevas guerras del siglo XXI, en los países industrializados y occidentales, son ya muy diferentes a las del siglo XX.