La Democracia como modelo de vivir no es solamente votar cada cuatro años y poder elegir a los que gestionarán nuestro Foro Público y nuestros espacios de gestión pública. La Democracia es mucho más que tener instituciones y si solo la hemos convertido en eso, la estamos destruyendo. La Historia no lo avisa.
Digo destruyendo, y no digo devaluando, pues devaluada ya hace tiempo que esta, por los errores de casi todos. También de la izquierda.
Cuando a finales de los años 70 o principios de los 80 nos empezamos a sentir que ya vivíamos en una Democracia que aprendía a funcionar, nos dimos cuenta de la tremenda diferencia con los años anteriores. Por cierto en 1975, muerto el Dictador, lo que había NO ERA DEMOCRACIA, por lo que yo no puedo celebrar el 50 aniversario de la llegada de la Democracia.
Era en aquellos primeros años de la Democracia muy posible hablar con los que gestionaban lo público; ellos te escuchaban, tu los respetabas y si lo que se pedía no era posible, te lo decían bien claro y de forma pedagógica. Siempre había unas explicaciones. Y lo digo sabiendo lo que viví de cerca en mis peticiones con el Ayuntamiento de Zaragoza y con el Gobierno de Aragón, hasta lograr algunas cosas importantes.
Todo eso se ha ido desvirtuando, hoy ya no queda nada de esas formas. Todos hemos aprendido a soportar las presiones de la sociedad sin tenerles que hacer caso, a saber el valor real de una manifestación y que los problemas no deben resolverse solo por que lo pidan las Asociaciones, sobre todo porque las Asociaciones ya no tienen fuerza ni poder.
Toda esta mezcla ha logrado que la Democracia se haya perturbado, tenga otro valor, y haya entrado en un proceso de una debilidad muy seria. E incluso a que haya una buena parte de la juventud actual que crea que la Democracia no es para tanto ni es buena en sí misma.
No me voy a referir a lo desvirtuados que están los Sindicatos ni algunos Partidos Políticos, no quiero que se me tache ni de agorero ni de imbécil, o al menos no quiero dar mucho trapo a ello. El que haya tan poco afiliados es un síntoma grave de la realidad. Y el que los que a veces se afilian no lo hacen después de leerse los Planes de Acción Política de los respectivos partidos o sindicatos, indica con qué criterios se entra.
O cambiamos, o cuidamos mucho más el valor de la Democracia (poniéndola con mayúsculas para empezar a entender que es un activo propio) o la iremos perdiendo a una velocidad superior a la actual. Lo dicen los libros de Historia. Sí, Historia también con mayúsculas.