Europa tiene un serio problema de definición hacia su futuro. Pero diríamos que Europa no existe, Europa somos los europeos, y Europa será lo que queremos los europeos. Ellas sola como concepto no se puede defender.
Y nosotros, los europeos, estamos muy divididos y no queremos entender qué nos estamos jugando en este 2025, aunque el problema viene de muy atrás.
No hay una Europa, hay varias y sobre todo muy divididas y diversas.
No hay tampoco un líder europeo, incluso por no haber no hay ni varios, pues tienden a una mediocridad peligrosa.
No hay tampoco una ideología mayoritaria al mando de Europa, lo que facilita la desunión.
Y lo que sí tiene Europa son varios enemigos que no queremos percibir como tales.
Los diagnósticos son mucho más sencillos que los tratamientos. Europa debería avanzar hacia una Unión Europea de las personas, y de sus Culturas, y no tanto solo de su Comercio o de sus Economías, que siendo muy importantes, no es lo único que agrupa a las sociedades.
Pero además Europa debe tener mecanismos de fuerza para que sea respetada por sus enemigos, aunque a veces nos parezcan amigos.
Y hablo de la opción ya muy retrasada de tener un buen ejército propio y unos mecanismos de intervención internacional adaptados a lo que queremos ser.
No hablo de más guerra. Los ejército no solo están para hacer guerras y matar, su papel debe ser mucho más amplio pero a la vez, preparados para su intervención si en un momento dado los enemigos se ponen tontos.
Pertenecer a la OTAN ya no es garantía de nada. En realidad la OTAN se puede incluso volver contra Europa a base de ningunearla de forma bastarda.
Y hay que inventarse una manera de construir alternativas de respeto, sean comerciales, de políticas internacionales, de relaciones con terceros países menores o en defensa actualizada, pero dejar claro que Europa existe y no quiera hacerse la tonta.
Las capacidades de algunos enemigos por dividir a la Europa Unida son claras. Los deseos de hacerlo son todavía más claras.
Y si no lo entendemos así, y si no aprendemos a defendernos, estaremos condenados otra vez a que Europa se divida con el consiguiente peligro a todos los efectos que esto tendría.
Lo que es bueno para nuestros enemigos, no puede ser bueno para nosotros.