Es tremendamente complicado poderse defender con anticipación ante el terrorismo, sea del tipo que sea aunque habitualmente es religioso. Solo la Inteligencia tipo Militar, pero desde organismos civiles, son capaces de anticiparse a base de conocer muy bien todo los procesos de radicalización.
En los casos de Nueva Orleans y Las Vegas de este fin de semana, el hecho de que ambos responsables hubieran sido antes militares del ejército americano todavía entrega más complejidad, pues no es sencillo detectar esas radicalizaciones que se disimulan o se disfrazan, y porque sus conocimientos militares las hacen mucho más peligrosas.
Señalar que la pequeña camioneta utilizada en Nueva Orleans —alquilada como en el caso del coche de Las Vegas— podía desplazar y mover bolardos, de hasta cinco toneladas. Eso nos lleva a pensar que algunos modelos de defensa pasiva hay que replanteárselos.
Yo en estos blog que escribo, hace ya años que advierto de una triste realidad en aumento. Generaciones de niños y jóvenes de países en guerra se convertirán en adultos y odiarán por lógica a los que consideran responsables del dolor en sus familias. Modificar eso es un tremendo trabajo en educación social. Y nada fácil de lograr.
El terrorismo busca el terror.
Es su único objetivo. De momento.
Pensemos por un momento que en España fallecieron en accidente de tráfico en las Navidades de 2023 a 2024, un total de 54 personas. En este años 2024 a 2025 superaremos las 70 personas fallecidas según los últimos datos, pues estamos todavía a 2 de enero de 2025.
Los minutos de medios de comunicación o los centímetros cuadrados en prensa de esta realidad en España son infinitamente menores que los dedicados a los 15 fallecidos en los EEU por terrorismo. Muchos españoles saben el número de fallecidos en EEUU y no saben el de España en las carreteras por Navidad aunque sea mayor.
Eso es terror, ese es el objetivo de los terroristas.
Estar en primera plana, transmitir miedo e importancia. Hacer creer que en cualquier momento, en cualquier país, puede crear terror. Pero como ciudadanos seguimos montando en coches estas navidades sin miedo, sin terror, aunque las posibilidades sean tremendamente mayores.
No hay que subestimar ningún tipo de violencia, en absoluto, pero hay que entender los mecanismos del terror, qué buscan, y ampliar nuestras opciones de seguridad pasiva. Todos nosotros y desde todos los espacios en los que intervenimos como ciudadanos.