No hay que ser muy ducho en la materia para detectar que entre el Gobierno y su Presidente, y la Casa Real y su Rey, hay fricciones suficientes como para que se noten. No es la primera vez en los últimos 50 años, pero es posible que sea la primera con el actual Felipe.
Es sencillo intuir que la jornada de los palos a Pedro Sanchez en Valencia fue algo más que un intento de atentado, aunque le hayamos querido quitar hierro entre todos. Tampoco hay que insistir en eso.
Pero aquel día excesivas cosas se hicieron mal por parte de la Casa Real y de los sistemas de seguridad de Presidencia y de Casa Real. Y lo saben todos.
En realidad el único punto de fricción visible en este conflicto soterrado serán las relaciones exteriores. Por debajo quedarán las que no se ven pero que existen y a veces pueden dificultar la vida política, aunque el papel del Rey está muy medido.
La gestión del problema en Valencia se ha realizado entre mal y muy mal. Y sabiendo que todavía puede ir a peor.
No es sencillo gestionar las crisis, son momentos críticos para tomar decisiones, en el caso de Valencia no se supieron tomar y se escondieron algunos errores tremendos, que no han supuesto de momento ninguna responsabilidad directa.
Pero no se nos debe olvidar que los primeros que deben acotar las responsabilidades son los propios valencianos. Todos ellos. Y sus decisiones serán importantes otra vez más, incluso las NO decisiones.