Algunos políticos españoles se comportan como niños a la puerta de la escuela, si les ponen un micrófono en la boca a modo de caramelo. Sienten odio al político adverso, y lo tienen que vomitar todas las veces posibles, como un mantra, como si estuvieran constantemente en la fabricación de un marco mental para todos, sin darse cuenta que los demás, incluso sus amigos, ya están cansados.
De un político se exige una calidad intelectual algo alto, eso como poco. Y tener varios discursos, varias velocidades, saben en cada momento en dónde se encuentra presente, salir de las preguntan que les hacen los que los dominan, buscando una respuesta rápida.
Si un político de primer nivel, de esos a los que les ponen el micrófono en la boca, no es capaz de entender que en el Día de la Constitución hay que hablar de otros temas diferentes a la ebullición judicial, que no sea repetir que todos los demás son el infierno, no merecen recibir la oportunidad de hablar.
Sabemos que no tenemos los mejores políticos posibles al mando de todas las instituciones, incluidas las de la Oposición. Pero no deberían demostrarlo todos los días varias veces.
La sociedad está tan cansada y asqueada, que aplaude los silencios de algunas figuras de la extrema derecha, que sí han aprendido que a veces los silencios funcionan muy bien.
Tristemente, muy tristemente, las idioteces de algunos respondedores con odios, son para decirles que por favor, ya no toca ahora seguir hablando de lo mismo, sin que eso suponga silenciar los problemas.