No sé si a vosotros también, pero a mi me da la sensación de que en estos momentos no hay personas en España que puedan ejercer de intelectuales, que siéndolo, quieran hablar sin miedo.
No hablo de intelectuales muy sesudos, complicadísimos de entender, minoritarios; sino de personas que nos hablen —en los medios de comunicación de masas— de temas básicos pero desde el punto de vista de quien tiene una formación alta y una experiencia suficiente.
En los programas de máxima audiencia, en esos que crecen en número de espectadores, escuchamos y vemos a deportistas, cantantes y a poco más. Pero no escuchamos a gentes de otras culturas que nos puedan aportar otros puntos de vista, otras formas de entender la diversidad tremenda de las Culturas Mundiales. Ni tan siquiera a españoles que nos hablan de trabajos que desconocemos, desde su propia experiencia.
No veo a investigadores, filósofos, simples profesores de universidad o de escuela, economistas, empresarios que hayan triunfado con sus ideas, escritores a los que se les pregunte por algo más que por su última obra que vienen a vender.
Me niego a pensar que ya no existen José Luis Sampedro, Antonio Gala, o periodistas como Iñaki Gabilondo que quieran sacar algo más que unos chascarrillos a los entrevistados. A veces encuentro perlas en algunas redes sociales, en positivo, pero eso son golpes de segundos pues no llegan a profundizar en nadie.
Necesitamos a algunos artistas hablando de todo y de nada, incluso equivocándose sin miedo a la crítica feroz por haber dicho algo inusual. Hoy quien habla tiene un miedo feroz a ser devorado por cientos de mediocres que se tiran al cuello en vez de pensar que plantear temas desde puntos de vista diferentes es sobre todo enriquecedor, aunque no coincidan con los propios.
Necesitamos aprender y no creer que ya solo servimos para enseñar.