El mensaje navideño del Rey Felipe VI en esta Nochebuena de 2024 ha marcado un punto de queja que casi nadie quiere entender, escuchar, reflexionar. Es lo que nos toca cuando todos estamos cabreados.
Advierto para quien tenga dudas que yo no soy monárquico, lo que no me impide entender desde mi punto de vista, lo que creo correcto o incorrecto. Y el Rey actual hizo lo que se le esperaba, pedir calma.
Repitió media docena de veces al menos, las palabras "El bien común" que es vecino del "Sentido común" y una frase que se lleva bastante mal con la actual situación en España. Admito sin dudar, que en otros países están bastante peor. Pero eso es consuelo de tontos.
Deberíamos hacer todos y desde todos los oficios, un esfuerzo para entender qué significa "El bien común o para la comunidad, o para todos" a diferencia de la crispación, la utilización de la Justicia para jugar a joder, el no querer entender nada en clave positiva.
No digo que no se estén haciendo cosas mal, lo que digo es que como se explican mal para provocar, se aumenta la crispación y la violencia verbal, incluso entre amigos y familiares, que si bien es una constante en estas fechas, si le añades gasolina, todavía es mayor.
El Rey es hijo de otro Rey de complicado recuerdo. Esta misma semana han vuelto a salir a la luz grabaciones, datos, que como poco fotografían la historia. Y ser hijo de aquel y haber sido educado por aquel, complica la serenidad de cualquiera, la credibilidad de quien sufre esas mochilas.
Pero eso no tiene nada que ver con los mensajes de calma, de sentido común, de bajar el tono y las velocidades…, o iremos a peor. Podemos seguir eligiendo esos tonos en la vida corriente, todavía somos libres, todavía vivimos en un país maravilloso.