Estamos otra vez en pleno debate sobre el Cambio Climático, como si fuera sobre algo fácil de analizar, de contrastar, de debatir desde la duda, cuando no hemos sido capaces de hacerlo desde la calma. Estamos dentro de un proceso de Cambio Climático y de eso no deben existir dudas importantes, es lento, tendrá altibajos, no es lineal, no se basa solo en un aumento de las temperaturas, y debemos admitir todos que no se debe mirar a otro lado, simplemente por el hecho de ser complejo de admitir.
Las temperaturas medias se han movido de sus estadísticas y eso aunque parezca que 50 años de datos no son suficientes, es innegable. Y lo es también que esas subidas de un grado de temperatura en España no afecta por igual a todos los territorios ni a todas las realidades sociales y económicas. Pero un grado es mucho más que un Estado de Alerta estadística.
Fenómenos como la desertización mueve a millones de personas hacia la inmigración. Y esos movimientos migratorios complica las relaciones entre sociedades. Y no entender o admitir que el ser humano como animal es capaz de mover ligeramente las condiciones de vida, en positivo y/o en negativo, es darnos un papel idiota en el mundo.
No sirve solo prohibir el uso de energías fósiles y baratas, pues hay países que dicen tener los mismos derechos que los que en el siglo XX crecieron en la industrialización a costa de contaminar. Ahora ellos dicen que les toca crecer y que no quieren hacer caso a los frenos que no se pusieron los países que ahora los piden para los pobres. Hay que analizar cambios permanentes en nuestra sostenibilidad, desde los países que sí pueden ejecutarlos.
Así que efectivamente, todos y los industrializados primero, deben tomar medidas urgentes y a veces duras. Y a veces ni serán agradables ni serán efectivas en el corto plazo.
Hay suficientes técnicos que advierten de lo que ya ha llegado, aunque todavía sea asumible y aunque nos parezca que no nos impide vivir como siempre. Hay que entender a la naturaleza de cada uno de nuestros entornos. Es imposible doblegarla, pero sí es posible intentar entenderla, aunque sea muy dura.
Veamos algunas de las acciones que se deberían replantear, repensar, reflexionar, si queremos una seguridad mayor, admitiendo que es imposible una seguridad total.
Hay que crear MUCHOS más Tanques de Tormentas aunque sean caros y a veces inentendibles.
Hay que hacer pedagogía de lo que supone vivir en un territorio determinada, según precisamente sus características.
Hay que revisar nuestros sistemas de alcantarillado para hacerlo de otra manera más capaces de asumir las avenidas.
Hay que analizar la realidad natural de los ríos y barrancos.
Hay que rediseñar nuestro urbanismo que busca terrenos baratos para que sean rentables.
Hay que aprender en la auto defensa de cada uno de nuestros hogares para que las afecciones sean menores.
Hay que trabajar de forma urbana en el largo plazo, explicando los motivos de algunas inversiones que no se ven.
Hay que unificar en cada ciudad y en cada país diversos grados de Coordinaciones de todos los estamentos de ayuda y trabajo comunitario, para que según la gravedad pase de una coordinación a otra,
Hay que establecer protocolos claros de quien debe dirigir cada decisión tomada. Unos deciden y otros ejecutan, realizan. Y en periodos de calma se deben realizar análisis de necesidades.
Si un proceso de Crisis afecta a más de un territorio, debe ser el siguiente en la escala quien dirija. Si una DANA afecta a más de una Comunidad, debe ser el Estado quien dirija las labores de coordinación. Si afecta a más de una localidad debe ser la Comarca, etc. De forma automática, protocolizada, sin perder efectividad.
Debe existir la figura de un Coordinador de Emergencias nacionales, técnico y no político, nombrado en periodos de calma pero con un equipo de trabajo fijo que pueda coordinar de forma rápida y urgente en cuanto reciba la orden de hacerlo.
Elevar a carácter Nacional los efectivos de todas las policías, militares incluida la UME y la Guardia Civil, Bomberos y Protección Civil en cuanto se active la Alerta Roja, cuya única autoridad capaz de ponerla será el Consejo de Ministros.
Hacer pedagogía constante hacia la población de todo lo necesario, urgente e imprescindible, para tenerlo separado, a mano, en un lugar coordinando con toda la familia, para casos de desalojo obligatorio o de confinamiento necesario.