Unos 3.000 aparatitos asesinos, "buscapersonas" nuevos y fabricados a finales del año pasado en Taiwán e importados por Hizbolá, que contenían unos 40 gramos de explosivo en su interior y con un Caballo de Troya de software para deflagrar a una orden recibida, exploraron ayer en los bolsillos de los militantes de este grupo de miles de personas que estaban en Líbano o Siria.
No quiero entrar a valor las motivaciones de quien envía la orden, ni qué configuran en la historia actual el grupo los que reciben la llamada para intentar matarlos o dejarlos anulados. Podría hablar sobre esto, pero desgraciadamente como sé que no se va a quedar en este aislado acto brutal con miles de afectados, tendré más ocasiones de escribir.
Deseo hablar mejor de la tremenda capacidad que tienen algunos dirigentes para dominar los mundos a base de todo tipo de trampas. Es sencillo imaginarse que ese trabajo requería de unos ajusten tremendos para pasar desapercibido.
Son miles de máquinas manipuladas en una fábrica con un elemento que hay que introducir de forma de Hardware y otro elementos que hay que meter dentro como un Software adicional. Y sin que nadie se entere, lo detecte. Ni en fábrica, ni en los laboratorios de desarrollo, ni en los distribuidores y receptores. Ni en los Controles de Calidad de la empresa.
Y esperar meses no sabemos bien por qué motivo, para que cometieran la maquinitas el trabajo para el que estaban destinadas.
¿Hay más elementos similares a estos, distribuidos entre otros espacios de todo tipo, por el mundo mundial al que todos nosotros pertenecemos?
Ha veces he pensado —soy un mal pensado y lo sé— que compramos aparatitos de los EEUU o de Corea y no sabemos qué contienen. Dejamos entrar en nuestro teléfono aplicaciones diversas, algunas dede Rusia y otras desde diversos países como China, sin saber qué hacen una vez que están dentro de nuestro bolsillo.
Cuando compramos el teléfono o el ordenador sabemos qué programas contiene a través de sus iconos. Pero es MUY sencillo tener instalados programas sin iconos de arranque. Programas invisibles que nosotros no somos capaces de ponerlos a funcionar, excepto que ellos reciban una orden determinada no se sabe desde donde.
¿Alguien puede asegurar que si entramos en guerra o conflicto con un país determinado, no se nos apagarán nuestros ordenadores o teléfonos sin decirnos nada?
¿Es posible que al igual que son capaces de almacenar por qué calles nos movemos, cerca de qué otros teléfonos estamos, y hablando con ellos incluso a viva voz, a base de detectar cuantos segundos estamos parados un teléfono junto a otro teléfono; que todo eso no se puede utilizar cuando alguien quiera para tomar decisiones?
¿Somos libres o nos dejan ser libres hasta que llegamos a la valla que cierra las salidas y entradas, para empaquetarnos?