Mientras leía que las mujeres afganas reclaman levemente y escondidas —pues no les dejan de otra manera hacerlo— su derecho humano a estudiar, y se amargan pensando que llevan 1.000 días sin poder ir a centros educativos de Secundaria por ser mujeres; hablaba esta semana pasada con dos profesores, uno de secundaria en una colegio concertado y otro de universidad, y me comentaban el bajón incluso intelectual pero sobre todo de esfuerzo, de los alumnos de mi ciudad, Zaragoza, que ellos tocan por sus trabajos.
Veníamos de unos años muy malos, más de una década con una falta de ganas por estudiar incluso a ciertas edades simplemente por estar en clase, que iba en aumento y consentida. La pandemia vino a estropear mucho más estos resultados, estas apreciaciones.
Ya no quiero entrar en las faltas de ortografía en la universidad, ni tampoco en el número tan alto de alumnos que nunca deberían haber entrada a las carreras universitarias que han elegido, por capacidad pero sobre todo por motivación. Es la constatación del fracaso, más fácil de leer.
Uno de los lemas de la extrema derecha en Francia ha sido señalar este problema y plantear la/su solución más radical, su solución teórica para revertir los problemas educativos.
DERECHA EXTREMA EN FRANCIA: La autoridad volvería a las aulas si ellos gobiernan, siendo partidarios de una "República del respeto" también dentro del sistema educativo, con una política de "tolerancia cero" contra los estudiantes conflictivos. Generalizar el uniforme, prohibir el uso de teléfonos móviles y establecer una educación "modular", que permita a los alumnos encaminarse "antes" hacia la formación profesional que a la universidad. Reducir las horas de idiomas extranjeros y los intercambio entre escolares de diferentes países. Enfocar la educación en valores nacionales, y más historia y cultura francesa.
Pero hay otros modelos de reforma que no son esos, aunque los de la derecha dura sueñen en volver al pasado, que es cuando en teoría se estudiaba más y mejor. Por eso hay que entender/analizar la clave del éxito de esas ideologías, en buscar los problemas que existen entre las personas y plantear soluciones que en la mayoría de los casos son una vuelta al pasado.
Pero hay otros modelos que buscan reformas que no son solo endurecer las relaciones. Veamos algunas ideas para reformar una Educación en general (no quiero entra hoy en separar Pública de Concertada o Privada, pues es otro tema) y que sirven para todos los sistemas educativos.
Las escuelas y los profesores tienen que recuperar un grado de respeto que hoy no tienen, pero en eso todos los padres tienen mucho que trabajar y que ayudar. No es un problema de los alumnos solo, sino que debe ser la sociedad la que se implique en este tema para beneficio de sus propios hijos.
Hay que adelgazar algunas materias y profundizar en otras. No menos horas, no menos esfuerzo, sino diseñarlo para el siglo XXI sin olvidarnos del siglo XIX. Adaptar también los esfuerzos con arreglo a las capacidades individuales.
Hay que potenciar al profesorado para que innove en sus prácticas docentes y desarrolle nuevas estrategias de enseñanza y aprendizaje. No solo enfocado a nuevas tecnologías, que también, pero eso son herramientas, no contenidos.
Hay que construir una evaluación más continua y formativa, que permita a los alumnos y familiar seguir su progreso y recibir retroalimentación constante. Los exámenes ya no indican hoy lo mismo que en el siglo XX, no es la única manera de medir la formación, pues esta se compone de muchos activos que no son solo la acumulación de datos.
Hay que explorar aprendizajes diferentes y multiplicarlos, como el aprendizaje basado en proyectos, el aprendizaje colaborativo y el aprendizaje experiencial. Un alumno, al final de su recorrido formativo es una persona que se tiene que sentir capaz, libre y con capacidad para trabajar en lo que le gusta. El autoaprendizaje, dirigido y ampliado, debe figurar entre los objetivos.
Hay que ampliar los presupuestos en Educación, como sucede en Sanidad, a costa de buscar nuevas fórmulas que permitan esos crecimientos necesarios.
Y las familias deben implicarse mucho más con los jóvenes, no solo de 2 a 7 años, sino hasta que salgan de la Universidad. La educación ayudada, no debe acabar cuando se termina preescolar y a lo sumo la primera mitad de la Educación Primaria. Nuestros hijos en pubertad o adolescencia nos necesitan tanto como cuando eran escolares.
Las ayudan de los padres no son solo pertenecer a las AMPAS o similares, sino poner en valor la educación como herramienta de crecimiento personal. El hogar, los amigos, los espacios de barrio para estudiar, deben crecer en calidad educativa.
Los jóvenes deben conocer mucho mejor qué actividades hay en sus ciudades y tener siempre entrada gratuita para estas actividades museísticas, conferencias, teatro, presentaciones, conciertos, etc.
Ajovín