No sé qué respuesta tomará Israel contra Irán tras el ataque de este al primero. Pero sé que la tomará y además de forma casi urgente, pues estos asuntos de las guerras nunca se dejan enfriar.
La situación no es nada sencilla para Israel ni para el Mediterráneo. Cualquier decisión es mala y lo saben todas las partes. Incluye saber al de que es muy mala para Israel, no tomar ninguna decisión.
Israel ha vivido libre de amenazas a base de crear terror en sus vecinos.
Israel sabe que su fuerza real es el miedo que puede causar, no tanto su poderío militar, que sin contar el poder atómico y las ayudan sin mesura de los EEUU, no son tantas.
Las guerras en este siglo XXI parecen similares a las anteriores, pero no lo son tanto.
Sus vecinos desde los años 70 ya han aprendido a defenderse por vivir en una zona tan conflictiva. O al menos, lo han aprendido los que pueden aprenderlo, que son pocos pero muy significativos.
Irán lo ha dejado claro. Si no hay respuesta al ataque de Irán, aquí se acaba todo. De momento.
Pero Israel no puede consentir ser atacado y que no haya una respuesta muy contundente. Perdería gran parte de su valor defensivo, ese miedo del que he escrito antes.
Cualquier ataque de Israel a Irán será el inicio de una concatenación de reacciones complicadas de gestionar.
Y como suele suceder casi siempre, lo fácil será un ataque a un tercer país que parezca ser amigo de Irán, pero no es directamente Irán.
Los EEUU están muy pendientes por varios motivos.
Está la reelección (o no) de Biden, pero también el conflicto en Ucrania con Rusia, y los barullos comerciales que no controla muy bien los EEUU con una globalización que se nos ha ido a todos los occidentales de la mano.
Esta semana será definitiva. Y todo apunta que asistiremos a más tensiones, aunque nadie las desea. Excepto que sepan encontrar un mecanismo de amagar y dar, asustar un poco pero sin dar en los morros.