No es complicado pensar qué futuro les espera a estos niños ya camino de su juventud, teniendo que vivir o morir entre trincheras y bombas, entre destrucción y muerte. Enseguida entendemos que estos niños todavía, que están viendo el mundo y la sociedad desde una óptica nada amable, saldrán de estas peleas heridos, muy heridos por dentro.
Despreciamos el Derecho de estos niños en crecer en Paz, en Educación, en Seguridad. Y nos lo jugamos todo a destrozar su civilización y sus ciudades. No tenemos duda de que algunos de sus vecinos se han comportado como salvajes, pero ahora no hablamos de los adultos, sino de los niños.
Estos jóvenes crecerán y en breves años pasarán de ser púber a ser adolescentes y a ser jóvenes. Y ya están creciendo dentro del odio a los que destruyen sus familias y hogares. ¿Esto lo entendemos?
No se trata ni de tener miedo al modo en que ellos están teniendo que crecer, sino en comportarnos con humanismo, para que ellos también tengan humanismo. Contra cualquier Acción, siempre, hay una Reacción.
De cara al futuro, es mala Acción corromper la paz y la educación de una generación de niños que tienen que crecer entre trincheras, hambre y sangre. Pero si no lo sabemos entender, no hay otra que esperar la Reacción.
