Nadie duda de que lo que realizó Hamas en octubre dentro de Israel fue un asesinato terrorista brutal. Ni tampoco duda nadie de la torpeza tremenda de unos fanáticos que se jugaron su futuro y el de Palestina a la carta más imbécil de todas, aunque tenían muy pocas en la mano.
Muy pocos dudas de que el conflicto entre Israel y Palestina, entre Israel y sus países vecinos es muy complicado y que no se resolverá con la destrucción de Gaza ni con la expulsión de los palestinos de todo el territorio que se quiere asignar el propio Israel.
Pero tampoco duda casi nadie de que el exterminio que se está produciendo en Gaza es terrible, nos lleva a lo peor del siglo XX, y que a medio plazo va a crear más problemas que soluciones, que es vergonzoso que el mundo no sea capaz de parar esas masacres.
Cualquier crítica a lo que sucedió en el siglo XX aguanta muy mal las explicaciones, si vemos lo que está sucediendo ahora mismo, en este 2023.
Ya no se trata tampoco de insistir en que hay que parar. Quien tiene la fuerza militar no quiere escuchar ni está dispuesto a ser presionado. Le importa tres carajos la ONU o la UE. Él quiere destrozar, acabar con lo que cree es "su" problema.
Pero no es un asunto interno: Gaza, Palestina, Oriente o Israel es el problema de medio mundo, y sobre todo de Europa. Unir en el tiempo las guerras de Ucrania y de Israel es un riesgo tremendo y no lo son para el presente, sino para después de que terminen.