Los cipreses indican lo que indican. Aunque sea falsos y amarillos.
La longevidad, incluso la vida eterna, la muerte para pasar de escena, no para desaparecer.
Cosas de los árboles.
O de los humanos que juegan con los árboles.
Las hojas de un peral se nos escapan, vuelan al suelo pues no tiene alas y en cuanto se despegan se caen.
Relucen ligeramente en la oscuridad, pero enseguida su brillo amarillo potente se amarrona.
Debe ser ley de muerte.