Que Felipe González, José María Aznar y Alfonso Guerra coincidan en sus tonos verbales, en sus opiniones y en el tiempo, podría suponer que algo gordo está sucediendo…, al menos en sus cabezas.
Los tres tiene amplia libertad de opinión, grandes conocimientos de lo que es la política pública de alto nivel y saben perfectamente qué es criticar a un Presidente del Gobierno, sea este el que sea.
Así que la inmensa mayoría de los lectores, de un lado y del otro, tal vez piensen que algo hay cuando se multiplica el ruido.
Curiosamente no hay nada, pero es imposible explicarlo pues nadie se lo creerá. Ni el actual Presidente del Gobierno quiere saltarse la Constitución, ni puede hacerlo y además lo sabe muy bien.
Estamos más cerca de unas nuevas Elecciones Generales, pues a nadie se le oculta que con estos palos actuales es muy complicado hacer una cabaña segura para cuatro años. Apoye quien quiera apoyar en la tala de árboles, para hacer cimientos de madera floja.
Incluso a veces si miramos un poco por debajo de algunas declaraciones, podemos observar un cansancio claro de quien ahora manda, y un ligero abatimiento.
Es tanto como reconocer sin decirlo que no está dispuesto a seguir manteniendo su trabajo a costa de reunirse de torpes y tontos que le apoyan para engañarle.
Pero hay algo que debemos recordar, pues es imprescindible en la condición humana del que gestiona Poder.
Al político en realidad, al de Primer Nivel, no le importa nada su puesto de trabajo, ni su responsabilidad personal. Y en calificar eso nos equivocamos muchas veces, hablando de los Sillones, del puesto de trabajo, del "boato de ser algo".
Hay dos elementos mentales que te marcan las ideas y decisiones cuando tienes tú la obligación de gestionar poder, sea del tamaño que sea. Cuando más poder tengas, más se acrecientas estas obligaciones mentales para contigo mismo.
Veamos mi opinión sobre ambas.
Que las cosas que hagas trasciendan, con independencia de lo que puedan creer todos los demás (sobre que disfrutar de privilegios es lo importante), pues esto no te producen placer. Pero en cambio disfrutas sabiendo que hay cosas que has realizado, y que se mantendrán en los años. Eso es lo que te ayuda a seguir en ese trabajo casi siempre muy poco cómodo.
Y otro punto imprescindible para seguir en el Poder sin escapar de él, es gestionar que la Historia no hable de ti —pasados los años— de forma negativa.
Casi todos los que tienen que gestionar el poder podrían vivir personalmente mejor sin tenerlo. En algunos casos, incluso mucho mejor. Lo único que mantiene la motivación para no tirar la toalla son los dos puntos arriba opinados por mi.
Cuando esos dos puntos desaparecen de tu hoja de ruta, sabes que lo mejor para tu salud mental es abandonar con suavidad y sin hacer mucho polvo que contamine tu Historia personal.
Ajovín