El Debate de Investidura de Feijóo no cumplió mis expectativas. Observo que nuestras Cortes se han convertido en un verdadero teatro, diseñado para cautivar a los espectadores de televisión con aplausos, insultos, efectos especiales y actuaciones perfectamente estudiadas para agradar a nuestros propios seguidores.
Sin embargo, centrémonos en lo importante, si eso es posible, dado el contexto actual.
Feijóo superó mis expectativas, especialmente en los turnos de réplica, a pesar de perder los nervios por la confusión entre Óscar Puente y Pedro Sánchez. Supo articular algunas declaraciones con datos inexactos, que resaltaron verdades complejas pero necesarias.
España carece de líderes con habilidades oratorias y, sobre todo, de comunicadores veraces.
Es esencial buscar o educar a líderes capaces de explicar sin mentir. Aquellos que sintonicen con la audiencia de estos debates, con una base educada de antemano y que no caerá en trucos simplistas.
Para abordar los desafíos actuales de España, es crucial aliviar la tensión.
Desafortunadamente, eso parece casi imposible. Lo sabemos todos, incluso aquellos que se resisten a relajar la situación. Tras el rechazo a Feijóo, Pedro Sánchez (o no) será la próxima opción, y presenciaremos sesiones igual de crudas, tensas, insultantes y violentas en la retórica absurda que no conduce a nada.
Pueden ocurrir varias situaciones, algunas de las cuales no se están considerando.
Pedro Sánchez podría ceder completamente ante las demandas catalanas, ya que ellos mismos advierten que la Amnistía es solo el primer paso. O podría ceder parcialmente y luego poner a los catalanes —que piden lo máximo— en contra de sus propias palabras, aceptando... no estamos seguros de qué y hasta dónde. Los partidos independentistas prefieren al PSOE sobre el PP con VOX.
O podríamos enfrentarnos a unas Elecciones Generales repetidas.
Pero hay una tercera opción que nadie menciona.
Ya se llevó a cabo, por ejemplo, en Italia hace unos años. El Jefe del Estado, buscando soluciones para problemas aparentemente insolubles, podría proponer a una persona independiente como candidata a Presidente del Gobierno. Alguien que intente hacer que el Gobierno funcione, obteniendo apoyos no convencionales y evitando tensiones entre ambos partidos.
Encontrar a esa persona con las características adecuadas para este papel histórico y que sea aceptada por la mayoría no es fácil. Pero, ¿quién se negaría a esta opción, que indudablemente llevaría a nuevas Elecciones Generales si no se lograra tras la propuesta, sabiendo que esto supondría un coste electoral considerable?
El Jefe del Estado tiene esa autoridad, aunque ciertamente no es sencilla. Pero ante la posibilidad de repetir elecciones sin certeza sobre cuándo se obtendrían resultados electorales válidos para formar un gobierno, debemos explorar diferentes opciones.
¿Es posible encontrar el perfil adecuado para esa persona? Sin duda, SÍ. Aunque no es tarea fácil, debe contar con características específicas desde el principio. Pero, indudablemente, es posible.
Ajovín