Todos crecemos. Incluso todos cambiamos. Son ciclos que se mueven en forma de curva ascendente y descendente.
Sí, lo sabes, ya.
A mi de esta viñeta me han gustado varios detalles.
Uno es la mirada de la madre, y como cambiaba con los años. Y la del padre.
El genial Quino tuvo en cuenta incluso el crecimiento del árbol que se ve en la ventana.
La cama no había cambiado, la mesilla tampoco, pero el tirador de la misma se había actualizado como la lámpara y las cortinas.
De los fantasmas tirados por el suelo… mejor no hablamos.