Este tipo de octavillas del inicio de la Transición, en los finales años 70, solo tienen entendimiento en la actualidad si se observan desde el punto de vista histórico de aquellos años.
Nadie tampoco podía intuir de qué manera la violencia terrorista nos iba a bloquear la construcción plena y rápida de la democracia. Hubo que tejer muy finamente los hilos de esa democracia que eran constantemente atacada por todos los lados.
Por eso las críticas a lo que finalmente su pudo hacer, solo vienen del lado de los que no vivieron aquellos años.
La calle era una batalla constante, en ciudades como Zaragoza los jóvenes salíamos a manifestaciones semanal como poco. En otras ciudades como Madrid los desfiles de falangistas para pegar palizas a los estudiantes eran una constante.
Así que la sociedad estaba radicalizada y además no habían aprendido los poderes a inventarse herramientas como las Redes Sociales para encauzar la queja y diluirla.
En aquellos años era habitual ir por la calle y que en un momento te lanzaran al aire cientos de octavillas con muy diverso texto, lanzadas desde un coche que iba a toda velocidad.