En la sociedad en general siempre hay una cierta tendencia a engañarnos todos contra todos. Podríamos engañarnos todos a favor de todos, pero no, siempre es fácil hacerlo con todos contra todos. Os saco el ejemplo de un partido político que en España que se presentó a las elecciones en el año 1979. Se llamaba Coalición Democrática. Obtuvo más de un millón de votos y 9 diputados. ¿Y quienes eran?
Eran los franquistas modernos de la vieja dictadura que había visto morir al dictador en la cama del hospital, agrupados alrededor de Manuel Fraga Iribarne, un ministro de Franco que con ideas más modernas que los viejos dinosaurios, querían participar en la nueva democracia.
Luego aquella Coalición Democrática se llamó Alianza Popular y después Partido Popular en sus sucesivos cambios y refundaciones, en donde fueron perdiendo a viejos franquistas.
Se dijo entonces que Coalición Democrática, nombre de aquella candidatura de Manuel Fraga en 1979, había visto minusvalorada su relevancia debido al pésimo resultado obtenido. Sin embargo, dicha candidatura tuvo una gran importancia en la construcción de la actual Constitución.
Coalición Democrática supuso la primera refundación de la derecha en la actual democracia, abandonando el carácter neofranquista que la caracterizó hasta 1977 para abrazar un centro-derecha democrático y constitucional.
Si vemos sus lemas de campaña es muy complicado adivinar que eran los viejos franquistas. Hablaban de progreso, de centrarse, de proteger la libertad y garantizar el orden. Era según decían, una Coalición Democrática.
Cuando estuvieron dentro del gobierno de la dictadura de Franco era imposible hablar de esos temas que ahora pregonaban, y mucho menos defenderlos desde dentro de los Consejos de Ministros o desde los Gobiernos Civiles. Pero enseguida cambiaron de traje.
Así que efectivamente, como sospechamos todos, lo de engañar al votante viene de muy lejos. De esto han pasado 44 años, la mayoría de aquellos votantes hoy tendrán o tendrían entre 70 y 110 años de edad. Era otra España, pero los mecanismos de querer engañar se mantienen, disfrazados de nuevas tecnologías.