Hacía décadas que Europa no estaba tan afligida, tan preocupada, tan llena de miedos y de unas debilidades complicadas de encajar o de enmarcar en soluciones. Este inicio ya muy avanzado del siglo XXI nos ha movido las tripas al mundo entero por diversos motivos, en los que la pandemia primero y la invasión de Rusia a Ucrania después, han supuesto el golpe mas complejo de admitir.
Los miedos son la mejor herramienta bélica de los que desean vencer, cambiar, derrocar, destrozar sistemas o sociedades. Nada hay como el miedo para crear vencedores y vencidos.
Y el miedo se crece ante la desinformación. Y muchas veces la desinformación no es tener poca información, sino al contrario, tener mucha, cocinada y manipulada para obtener réditos. Y de eso saben mucho los estrategas de las guerras sin balas.
Contra el invierno o a favor de este, nada como dejar frías a las personas. Para meter miedo a los ciudadanos muy alejados a los que no se les puede llegar con pólvora, nada como cortarles el gas, la electricidad o incluso WhatsApp.
Que creas los europeos que entran en sus teléfonos jode, acojona.
Nos hemos acostumbrado a poner a parir a los políticos, pues incluso seguimos diciendo que son unos inútiles, lo cual es incluso casi posible, pues los buenos ya se han escapado de esa profesión y no quieren saber nada de nada.
Con la pandemia ha sucedido algo similar en España. Lo primero ha sido jubilarse anticipadamente a puñados, y los que no han podido y son flojos… han ido a intentar sumarse a las Bajas Laborales de los que con toda la razón la necesitan. Y hoy unos profesionales de Sanidad están muy cabreados con otros profesionales de Sanidad, compañeros suyos, pues los han dejado con el marrón multiplicado por dos.
Ajovín