Los jóvenes deben trabajar desde los 16 años, desde los 20 años a lo sumo, nunca desde los 25 o 30 años, pues eso suponen cambios en sus formas de entender la vida laboral, que convierte en muy complicada la dignidad en el trabajo.
Las personas tenemos que encadenar los estudios con la percepción de la utilidad personal, y de que es posible lograr la emancipación. Y eso hay que trabajarlo mejor.
El desempleo juvenil es un drama como lo es el de mayores de 50 años o el de cualquier otra persona que lleva un año o más en el paro.
El desempleo juvenil es un drama como lo es el de mayores de 50 años o el de cualquier otra persona que lleva un año o más en el paro.
España necesita soluciones urgentes y medidas que no discriminen tanto por edad. Queda dudas, flecos sin aclarar como si estos periodos sin tener que pagar Seguridad Social pero trabajando, contabilizarán para los periodos futuros de jubilación o no.
Las medidas no pueden ser tibias ni grises, se necesitan medidas atrevidas, incluso medidas equivocadas pero con suficiente cintura como para ir cambiándolas.
Es prioritario lograr más y mejor empleo para que España sea mejor en Europa.
El propio mercado volverá a colocar los derechos laborales en una posición mejor que la actual, hoy denigrante y esclavista, que no es soportable excepto por la penosa situación actual de drama social.
Pero siempre es mejor un empleo precario que un NO empleo, para desde ese puesto poder hacer palanca en formación y sobrevivencia para tener fuerza en aprender y cambiar de empleo.
Un mal trabajo no debe ser nunca para siempre.
Un mal país puede ser para muchos más años que una mala solución a un gran problema.