La política se basa y se mueve por cauces y modos similares a la vida habitual y normal. Por eso cualquier decisión en la política es también normal, dentro de la anormalidad de algunas de ellas. Las personas que se dedican a la política activa, las que cobran por ser políticos, son cada vez de "peor calidad" simplemente porque los "excelentes" han decidido cambiar de oficio.
En la última década al menos, estamos asistiendo a una auténtica caza al político, a una minusvaloración de todo lo que suena a política. Sin política no hay democracia, pero eso no lo entendemos bien como sociedad.
Y por otra parte hay una decepción en aumento hacia las decisiones de los políticos, auspiciadas por la baja calidad de los gestores a nivel político y por la excesiva crítica desaforada y sin presentar alternativas, de todos los que rodeamos a la política.
Abrazar la empresa privada desde puestos de la política sería el ejemplo mas habitual, menos ilegal, pero éticamente mas preocupante, para todos los que asistimos desde la grada de la sociedad a las dimisiones cuando vienen mal dadas, pues minusvalora el respeto a la política.
Golpear la política tiene un precio contra la democracia que no sabemos valorar, y que cuando nos presenten la factura ya no dará tiempo de rectificar. Pero los golpes a la política no solo los damos los ciudadanos de a pie, también los que siendo políticos se equivocan en los tiempos y en los modos.
Todos los que estamos dentro de la política somos seres humanos frágiles y llenos de mochilas. Como todos. Pero a veces hay que soportar el peso, y buscar el momento bueno para disimuladamente, cambiar de acera. Es un precio más de la política, a la que nadie nos obliga a entrar.
Los que tenemos más años de los que nos gustaría, sabemos que la política está ahora débil, que se van perdiendo personas en las dos últimas décadas que podrían ser líderes, y que esto sucede en todos los países, en todos los territorios, en todas las formaciones políticas. Tendríamos que preguntarnos el motivo.
Las personas son muy importantes para mantener levantado un edificio y cualquier empresa importante…, pero las organizaciones lo son más.
Una persona se puede cambiar, una empresa o un partido político solo se puede abrir o cerrar.
Todas las organizaciones de cualquier tipo tienen que estar preparada para tener recambios, también para levantar la cabeza, soplarse el polvo acumulado y poner sonrisas a los problemas. Y esto ni es fácil ni lo dejan construir los que desde dentro en un momento dado deciden dejarlo todo, incluidos los escombros sin recoger.
Hace ya muchas décadas que nos dimos la oportunidad de podernos divorciar. Y no por eso se ha hundido el mundo. Pero es verdad que en casi todos los divorcios, los hijos son los que salen perdiendo.
Julio Puente