Que la presentación del proyecto Sumar de Yolanda Díaz lograra reunir a 5.000 personas en este verano 2022 y con la que está cayendo en la izquierda española de apatía y desafección es un ejemplo claro de que es necesario un proyecto nuevo, no tanto diferente como que sea capaz de nacer tras un reset y una reflexión grupal.
Sin saber bien qué es Yolanda Díaz ni tampoco qué equipo será el encargado de construir el proyecto, a las dudas solo se les pueden anteponer las ganas, la necesidad.
Puede parecer a algo muy similar al primitivo Podemos, incluso recurrir a la idea de que tiene que ser la gente la que lidere algo tan importante puede sonar a populismo de otras épocas, e incluso decirlo también puede sonar a populismo.
Pero lo cierto es que a la izquierda en España le hemos fallado las personas por muy diversos motivos. Y eso es lo que hay que trabajar, volver a recuperar la ilusión y los objetivos, las ideas y ponerle cara a las necesidades, mostrar que hay otras maneras de lograr mantener el Estado de Bienestar, mejor repartida y con menos heridos entre las personas que son más débiles.
No sé si el paradigma de los partidos políticos clásicos está agotado, tengo muy serias dudas pues creo que fallan los modos pero no el fondo.
No sobran partidos, sino si acaso sobran tonterías y torpezas.
Necesitamos defender la democracia y eso solo se puede hacer desde partidos políticos. Siempre ha sido así y de momento nadie ha inventado nada nuevo que lo sustituya.
¿Hay diferencias entre que SUMAR sea un partido político, una plataforma, una fundación, un proyecto, una colación de partidos o de asociaciones?
Sobre el papel sí, pero en realidad no pues se trata de conseguir formas de gestión, modelos de hacer partícipe a la sociedad de su propio destino y de su presente para convertirlo en futuro. Me sirve SUMAR pero también me sirven muy diferentes maneras de hacer lo mismo.
Lo que no me sirve es la división de la izquierda, el troceamiento, los insultos internos, el mirar al vecino como si fuera un enemigo.
El único enemigo real es la apatía.
Julio Puente Mateo