El mundo nunca ha estado quieto, me refiero a sus mundanos seres vivos. Las personas, las sociedades siempre a los largo de los más de esos 2.000 años de los que tenemos constancia fija, se ha ido moviendo dando saltos hacia delante, hacia atrás, incluso a veces simplemente hacia arriba para caer en el mismo sitio pero con los tobillos cascados por la caída.
No se trata de aprender de lo que en otros tiempos ha sucedido, se trata de saber con toda seguridad que volverá a suceder. Aunque a día de hoy no sepamos nunca el cuándo ni el dónde, e incluso tampoco —aunque vayamos de listos— de su intensidad.
Hay detalles en este 2022, en esta segunda década del siglo XXI, de que "las cosas" están a punto de caramelo. El aire nos mueve y no sabemos si estamos bien sujetados o si volaremos hasta explotar.
Cuando lo MICRO se hace ingobernable, surge lo MACRO para que todo sea todavía peor de gobernar, pero al menos lo macro arrasa con lo micro, y ya todo parece diferente.
No voy a dar la vara de los ítem actuales que indican que algo se mueve. Ya los sabéis todos. Incluso muchos pensamos que esto mismo (caldo de agoreros) ha sucedido muchas otras veces y luego se queda en agua de borrajas. Y es cierto.
Pero la parábola del Cántaro que va a la Fuente, funciona inevitablemente. Es ley no escrita, pero que funciona.
Cuando tocamos mucho los bebos a la misma gente, al final siempre hay un locaris que se le hinchan y explota. Tampoco está escrito pero funciona. Y suele explotar el más débil, el más tonto o el que más ha sido manipulado. También es Ley de Vida.
Cuando no hay soluciones fáciles, siempre hay gente que dice que lo mejor es "que suceda lo que tenga que suceder y punto". Que también es otra manera de ver las Leyes no Escritas.
Que NO sucedan las cosas no es casualidad, muchas veces es porque hay gentes que logran controlar "esas cosas" de muy diversas maneras. Cuando esas gentes que nadie conocemos se cansan, se agotan, llegan a pensar eso de: "Que suceda lo que tenga que suceder y punto".
Y se agachan al bordillo de su acera, y se sientan a comer pipas de calabaza esperando a que definitivamente lo que tenga que suceder… que suceda, que ya vale.