La pregunta del enunciado no tiene una respuesta clara, y precisamente en la duda está la respuesta. ¿Qué es ser de derechas o de izquierdas en el siglo XXI? Pues posiblemente no lo sepamos todavía, pero si intuimos ya que ni todos de los que hoy se consideran de derechas son conservadores y ellos no lo saben, ni todos los que nos creemos de izquierdas somos/son progresistas y lo ocultamos o no lo sabemos.
Desde la sociedad en general deberíamos —qué pereza— empezar o continuar a pensar que casi todo es relativo, que los compartimentos cerrados están ya superados, y que los cambios sociales no los realizan ni los de izquierdas ni los de derechas, sino los que estando en medio, se mueven de espacio levemente y cambian sus formas y modos.
Y no solo votando se cambia el contrapeso, aunque sea la manera más rápida y sencilla.
Pero además creo que ya está superado el marco de Derechas, Izquierdas, Progresistas, Conservadores, Centro, etc. Ya no sirve ni para indicar, enmarcar, señalar o explicar.
Por desgracia nos hemos vuelto todos muchos más encerrados en nosotros mismos. Y además creo que todos también nos hemos vuelto más miedicas, más conservadores de lo poco que tenemos, incluso mas críticos con todo pero sin aportar casi nada.
Si la sociedad se vuelve en general algo más miedosa de las situaciones, eso mueve todas las ideologías un poco o un mucho. Y todo lo establecido se mueve. Y todas las decisiones se mueven.
Admitimos mejor los errores, las torpezas, los abusos, los robos o los delitos si estos vienen de gentes ajenas al poder activo, pasivo o en perspectiva.
No le perdonamos a un alcalde que se gaste 4 euros en gomina, pero admitimos o intentamos entender que se ganan 24 millones en una negociación.
No perdonamos que alguien tenga para sus hijos juegos de Montessori que compra de su bolsillo, pero admitimos bien que por un error de gestión se tengan que perder millones a la basura o se pague de más por un contrato mal hecho.
Odiamos por el marco mental de lo que representan a los que odiamos.
Si somos del Sevilla odiamos al Betis, si somos de Telecinco odiamos a Antena3. Y todo eso no tiene nada que ver con las ideologías, pero todas ellas antes, para amarlas o conocerlas, hay que leerlas.
Para ser de verdad de derechas o de izquierdas, se debería leer media docena de libros como poco. Serlo por impulsos es claramente una torpeza que pagamos caro.