La ansiedad es algo más que la consecuencia de una vida con mucho estrés, de hecho en realidad el estrés no tiene (casi) nada que ver con la ansiedad aunque algunos síntomas sean muy parecidos. Son trastornos cercanos, similares a veces, pero que requieren análisis distintos.
También debemos reconocer que la ansiedad es contagiosa, así como el estrés patológico es una emoción que tienda a contagiarse hacia los que nos rodean.
Hay una cierta forma de relacionarse mostrando empatía entre personas con ansiedad y estrés, buscando conocer como resuelven sus problemas unos u otras personas pero que al final convierten en un círculo peligroso pues se retroalimentan conjuntamente las personas con los mismos problemas.
Incluso es habitual que una persona que ya esté superando sus crisis de ansiedad se crea capacitada para ayudar a otras personas con los mismos problemas, y siendo esto cierto, también lo es que resulta más fácil recaer y no terminan venciendo sus problemas.
Los pensamientos ansiosos se van convirtiendo en preocupaciones y estas preocupaciones en miedo que se vuelven otra vez en pensamientos negativos y ansiosos.
Se van retroalimentando unos con los otros. Y se amplifican en estos procesos, se van creciendo ellos solos.
Si le damos excesivas vueltas a los problemas sin tener capacidad para resolverlos, se convierten en ansiedad, en depresión.
Y creamos un problema mucho mayor del que inicialmente estábamos analizando para poder ser resuelto.
La sensación patológica de ansiedad es real, la persona está sufriendo. Pero muchas veces sufre por problemas que no son reales o que sin duda son menos importantes que la propia ansiedad que se padece.
Repito. La ansiedad es un gran problema REAL, pero se sustenta en problemas que no son tan importantes y que siempre son menos importantes que la propia ansiedad. Y entender esto no es sencillo, ni para quien lo padece ni para quien está cerca.