La caída de Pablo Casado es un síntoma, un mal síntoma de lo que es la política en donde tus enemigos reales, los verdaderos están siempre a tu lado y nunca lejos. Insultas al que está en otras formaciones políticas diferentes a la tuya, pero quien te asesina por la espalda siempre es el que tienes en la misma mesa.
Y eso, aunque nos parezca consustancial con la política desde los Griegos viejos, es una pena y un despilfarro de energías sociales, que pasa factura. No es un proceso bueno para la selección natural de los mejores.
Pablo Casado hace bien en irse de la política. ¿Cuántos han huido de la política en la última década? Ya, sí, me refiero a España pero también a Aragón. Y claro, los que quedan amarrados a su espacio no suelen ser los mejores para todos, sino los mejores para sí mismos.
En el caso de Pablo Casado, es casi seguro que el gran error fuera haberlo elegido, pero es curiosa la manera de echarlo, empujado por alguien curiosamente poro ejemplar para empujar.