20.4.22

Mascarillas NO obligatorias. ¿Y recomendadas?

Hoy hemos dicho en España adiós a las mascarillas en interiores en algunos lugares, tras 700 días de llevarlas obligadas, y ahora algunos dicen que les parece prematuro. Es posible que los datos de la pandemia no sean excelentes, incluso ni buenos, pero nuestra incapacidad global para saber encontrar soluciones a la pandemia tras 27 meses de ser declarada en el mundo, nos lleva a tener que tomar decisiones que hace un año no hubiéramos tomado.

¿Podemos admitir que tendremos que llevar mascarillas para siempre? No parece positiva esa opción, así que hay que buscar de forma algo forzada, esta decisión inevitable de quitar la obligación, o admitir que el mundo se nos escapa. Que esto es lo más fácil.

Tenemos entre nosotros (siempre) decenas de peligros realmente importantes y no por ello somos capaces de construir prohibiciones. 

Habría que prohibir el alcohol, el tabaco, los azúcares, trabajar, ir en coche, contaminar, tener hijos o casarnos e incluso vivir en viviendas de dos alturas.

La vida es riesgo y peligro, la seguridad completa no existe, las enfermedades llevan entre nosotros miles de años, desde siempre, el cáncer mata como mata la cirrosis, los accidentes laborales o la peritonitis. Incluso me dicen que también los médicos se mueren de enfermedad.

Así que, inevitablemente hay que tomar decisiones que entrañan algún riesgo añadido. Y quitarse las mascarillas en algunos interiores es una de ellas.

Lo que se quita es la obligación, que esa es otra que hay que explicar bien. Quien desee llevarlas incluso en su propio hogar, puede hacerlo. No hay obligación pero además no se quita esa obligación en todas las circunstancias. Así que parece incluso una medida menor.

Si observamos lo que se está haciendo en China y lo comparamos con Europa, la comparación es odiosa. Yo creo que ellos se equivocan, y el ejemplo lo tomamos de aquí. 

Dos años de relativa prohibición social han traído un aumento muy alto en afecciones psicológicas entre mayores que les ataca la soledad y entre jóvenes que no han cubierto sus ciclos básicos de desarrollo con la normalidad que se necesita.

Forzar en exceso algunas medidas de control social, tiene unos efectos que no se ven en el momento, pero que son tan negativos como lo que pretenden evitar.