La jaula no es el espacio, la jaula es el tiempo. La jaula no es realmente el encierro en donde nos tenemos que mover, pues todos estamos dentro de jaulas mas o menos grandes, que nos parecen incluso que no son jaulas, que nos entregan una libertad total. La auténtica jaula de cada uno de nosotros es el tiempo, y eso sí que está tasado de muy diversas formas.
Tiempo diario, tiempo para las cosas, tiempo que entregamos o vendemos, tiempo que dura cada una de las cosas importantes, incluso la vida. Tiempo de relación, de odio, de miedo, de amor, de sexo.
Tiempo para contemplarnos y para contemplar, para mirar y para ver y dejarnos ver. Tiempo para pensar en el tiempo. En el que queda y en el que ya hemos utilizado.
La imagen es de Luis Iribarren, viajero de la Zaragoza más extendida del mundo mundial