Estamos dentro de un periodo muy importante en la historia de la humanidad más actual, de la historia del siglo XXI. No será posible quedarse el Mundo como si esto no hubiera sucedido. Se han roto esquemas, ententes, sensaciones, vecindades, y se han dado y se seguirán dando, pasos que mueven el mundo, aunque sean con una Paz cercana, que de momento no adivinamos.
El miedo es el principal componente que tenemos los que estamos lejos. Los que están dentro y cerca es la rabia, el dolor, la incapacidad mental para entender qué sucede realmente.
Y en ese miedo que ya tenemos los que estamos lejos —unos muy poco, otros bastante e incluso algunos muy mucho— ya se van tomando decisiones. Se compra aceite, legumbres, conservas, agua o papel de WC sin darnos cuenta de que nuestras decisiones sí tienen importancia.
Nuestro miedo tiene importancia en la economía, en la visión que van tomando los medios de comunicación y la manera de multiplicar sensaciones entre todos.
Ayer me decían que en un gran Hipermercado ya no había latas de sardinas. Y se van multiplicando los carteles que nos advierten de que no se pueden comprar más que ciertas cantidades de cada producto.
Esta semana también se van escuchando voces de profesionales de la economía que con buena fe advierten de que no es el momento de invertir en Bolsa, en Activos, y van dando recetas como si los miedos se pudieran curar con alguna medicación de experto.
Las criptomonedas están sobre la mesa. Las muy conocidas o las decenas que van surgiendo cada año y que a veces como nacen mueren, llevándose tras de sí a un puñado de personas. Hoy leía sobre el patrón oro y su inevitable subida, como valor refugio ante el miedo. Las divisas sin saber quién ganará no sirven de mucho como valor refugio.
¿Qué se debe hacer en estos momentos? Sin duda ninguna estamos entrando en un periodo de inflación.
Subirán los precios, es decir menguarán nuestros ahorros. Nos empobreceremos, aunque de momento no sabemos cuánto.
¿Se puede evitar? Sin riesgos no. Pero los riesgos son de muy variado tipo. Podemos entrar en una III Guerra Mundial, pero nos pueden diagnosticar diabetes o se nos puede caer un ladrillo desde el tejado.
El riesgo es parte de la vida.
Y nosotros, cada uno de nosotros según nuestra forma de ser, de la mochila que tengamos, tenemos que ir tomando decisiones todos los días. Posiblemente la decisión de comprar latas de sardinas sea la más tonta, torpe… y sencilla de todas. No hay riesgo. Pero tampoco hay ventajas.
Lo fundamental es tener calma, si ya estás dentro de Bolsa NO VENDER pues son tiempos para estar observando y dejar que pase el tiempo. Y si quieres invertir, pues no sé, tal vez el consejo sería que lo deberías haber hecho antes, sin los miedos encima. Ahora tal vez lo lógico sería esperar.
También añado que en todos los conflictos, unos pierden, y otros ganan. Depende de varios factores muy diversos. Si los sabes encontrar, puedes ganar.