Cuando el 25 de octubre de 1977 se firmó en la Moncloa el «Acuerdo sobre el programa de saneamiento y reforma de la economía», que fue firmado por el propio Suárez y por Leopoldo Calvo-Sotelo (UCD), Felipe González (PSOE), Manuel Fraga (AP), Santiago Carrillo (PCE), Miquel Roca (CiU), Juan Ajuriaguerra (PNV), Enrique Tierno Galván (PSP), Josep María Triginer (PSC) y Joan Reventós (Convergencia Socialista de Cataluña) pocos podían suponer que aquellos llamados desde el primer día Pactos de la Moncloa darían tanto que hablar por muy diversos motivos.
Eran novedosos, eran atrevidos y arriesgados, no había seguridad de que fueran a funcionar para lo que se necesitaba, muchos tuvieron que ceder lo que no se habían imaginado, con tal de que pudieran salir del atolladero para mejorar una economía española claramente en quiebra y obsoleta.
Hablar en el año 2022 que aquello fue un error, un fracaso o que nunca se deberían haber firmado desde la izqueirda, es tan idiota como pensar hoy y desde hoy, de lo que se podía hacer hace 45 años, con aquella situación en España tan distinta a la nuestra.
Y para muestra simplemente recordar que hace dos años nos prohibieron salir de casa durante varios meses, no nos dejaban luego salir fuera de nuestra localidad y tuvieron que cerrar comercios por ordenes desde arriba.
Y sin decir que ahora en este marzo 2022 se está aplaudiendo que Alemania diga que debe rearmarse y de forma muy profunda, por los cambios en la Europa que surgirá desde la invasión de Rusia a Ucrania.
La decisiones se toman en los momentos, y analizarlas fuera del campo temporal es una idiotez, con independencia de que pensemos que los resultados fueran bueno o malos, o que desde el punto de vista actual había otra opciones.