En el Segundo Día de la Guerra en Europa ya podemos asegurar que esto no es una suma de escaramuzas, que es una guerra sin reglas, como casi todas, sin respeto a los Derechos Humanos, donde lo único que sirve es avanzar en el territorio a costa de las vidas humanas de los inocentes, pues todos los soldados de ambas partes también son inocentes. Aunque no todos sean igual de cabrones.
La estrategia de Rusia es clara, quiere acabar con Ucrania como país libre en el menor tiempo posible, y a partir de ese punto decidir qué hacer. No pensamos que Rusia se va a quedar quieta tras aplastar a Ucrania, pues sobre todo demostrará que puede hacer eso mismo contra otros países. Y en cualquier mesa de negociación, planteará su éxito bélico por encima de todas las demás opciones.
La OTAN no sabe, puede, quiere hacer mucho, y es lógico. Entrar a defender a Ucrania supone abrir una guerra sin final posible en el corto y medio plazo. No queda bien decirlo, pero para los espíritus pacifistas como yo, abrir más la guerra es una incapacidad. Pero podría ser que a Rusia le interesara provocar a la OTAN para medirse con ellos.
El papel de Ucrania y de sus dirigentes es brutalmente horroroso. Rendirse es una incapacidad que nunca la perdonaría su propio pueblo, pero alentar al uso de cocteles molotov es una tontería, pues Rusia puede acabar con esos procesos en días. La potencia de Rusia es tan brutal, que no sirve con hacer pequeñas bombas caseras para defenderse.
¿Quiere recuperar Rusia el concepto perdido de la vieja URSS? Pues ese es el tremendo problema, y lo sabemos todos. ¿Hasta dónde Europa y/o la OTAN consentirían eso, podrían aceptarlo, asimilarlo, permitirlo?