España es un país tan democrático que permite esto sin pestañear, somos así de abiertos ante los dictadores propios. Esto no se podría ver ni en Italia, Alemania o Rumania. Pero en España es una normalidad en un mercadillo dominguero.
Claro, que bien mirado, si lo que tenemos que enseñar por parte de los nostálgicos es que el Dictador se ha muerto, no está tan mal la cosa. Son algo tontos.
Podrían mostrarnos —y eso sí sería peor— titulares eufóricos de grandes éxitos de aprecio, de apoyo, de grandes obras, de esas demostraciones eternas de la Sección Femenina de la Falange.
Que quieran vender al Dictador muerto es hasta positivo, en cierta forma. Eso es lo único que debemos recordar, que ya está muerto, aunque se murió en la cama. ¿No observáis lo rancias que están ya las portadas, el papel?