Una vez que ya nos van enseñando las gentes de VOX la nueva realidad mundial y que gracias a todos ellos hemos descubierto que el Papa es comunista (¿O ha sido el PP el que nos ha logrado abrir los ojos con el papa comunista y lo ha borrado en pocos segundos?) podemos dormir mucho más tranquilos. Si el Papa el comunista, es sencillamente porque Dios también es comunista. Así que a partir de ahora deberíamos decir Comunismo con Mayúsculas. El Papa es comunista, y la Virgen del Pilar y San Ignacio de Loyola, eso de entrada pues nos podríamos ir hasta San Jorge y sus peleas con dragones.
Lo que sucede es que hemos llegado tarde a esa conclusión, a la de que Jesucristo era comunista y su Padre también. Y hemos llegado tarde porque ahora ya no hay comunistas a los que agradecer su labor durante tantos años manteniendo el Cristianismo. O si los hay están encerrados en sus libros amarillentos. La sociedad de menos de 45 años le suena todo esto de las ideologías… a Escala en Hi-Fi.
Creo que el Marco político de este Siglo XXI ya no gira sobre las ideologías, que parecen más del Siglo XX, sino sobre los problemas de las personas, las ideas, las soluciones, la sociedad, lo "mio". Sería una forma de por ejemplo entender los nacionalismos como micronacionalismos, y al comunismo (otra vez con minúsculas) como simplemente Humanismo (con mayúsculas) y capacidad para comprender los problemas.
Ya no nos interesa Europa, ni España o Aragón. Nos interesa Anzánigo, Guerrea de Gállego, mi acequia, soluciones o ideas para mi forma de vida, que está llena de problemas y que nadie parece conocer ni hablar. No hay Lucha de Clases, sino lucha de Problemas.
Y como no hemos sabido hacer pedagogía durante décadas desde la izquierda pues creíamos que ahcer pedagogía era manipular a la sociedad, confundimos los que somos muy básicos la Política Económica o Medioambiental, con el precio de las semillas o con los aerogeneradores de mi entorno o con mi Estación de tren. Llegamos incluso a pensar que nuestro Jefe es una bellísima persona pues nos paga el sueldo que nos permite gastar en consumismo programado.