Van a cumplirse 32 años desde que en la noche del 9 de noviembre de 1989 empezó a caer el Muro de Berlín y con el / por ello, todo el entramado que sujetaba una Europa con dos conceptos antagónicos, la Guerra Fría, el comunismo y el socialismo de verdad. Aquella noche el mundo, Europa, empezaba un nuevo camino. Pero han pasado casi 32 años y aquella escenografía no ha traído nada para la izquierda europea, y ha pasado tiempo desde aquella noche de noviembre. ¿No queremos o no sabemos aprender?
Dos décadas después de aquellos meses tuve ocasión de visitar varias ciudades de la antigua Alemania Democrática. Se veía claramente todavía la señal de las desigualdades, los índices económicos todavía no se habían logrado igualar, el urbanismo o el color, el comercio y las formas de vida todavía dejaban ver diferencias claras a poco que te salieras de las zonas céntricas y turísticas.
En aquel final de 1989 se acabó una forma de comprender la ideología de izquierdas y había que intentar otra. Había que admitir el fracaso económico y social de un sistema de vida, el que habíamos leído durante muchos años; y sin dejar de ser progresistas e incluso socialistas, había que intentar construir un nuevo socialismo, una nueva manera de entender lo que es el reparto hacia las capas más vulnerables de justicia, economía o trabajo.
Pero no hemos sido capaces de construir una ideología sobre el papel, sobre unas bases filosóficas, económicas o sociales que sustenten una forma de ser y de trabajar por el futuro.¿Qué es hoy, en el 2021, ser de izquierdas? ¿Solo con ser feminista o ser amante de la sostenibilidad del Planeta ya se puede construir una alternativa de izquierdas a este momento?
¿Y dónde se queda pues la inmigración de los más pobres, los nulos servicios públicos mal repartidos y el hambre, la pobreza y la injusticia social, la indignidad laboral creciente y el aumento del esclavismo moderno?
Han pasado más de 30 años desde entonces y el fascismo nuevo va creciendo en diversos países de Europa. La caída del comunismo ha traído hacia la sociedad un movimiento populista que se ha ido construyendo sobre la falsedad de edulcorar la historia, de repintar de nuevo esas desigualdades que unos provocan y otros las sufren. Y mientras ellos han sido muy listos en estos ejercicios de trampantojo social, la izquierda no ha sabido levantar un edificio ideológico nuevo.
Ni la Tercera Vía funcionó, ni la socialdemocracia supo acercarse al socialismo nuevo que había que construir, ni los populismos de izquierdas supieron encontrar un espacio convincente y explicativo. Y poco a poco fueron todos los intentos cayendo en la trampa bien construida por los competidores y por la apatía y la desafección de su sociedad. ¿Y ahora? ¿Otros 30 años más de espera?