26.4.21

Pandemia (29) ¿Tan desigual es la desigualdad que debe asustarnos?


Nada hay que encienda con más facilidad las antorchas sociales violentas que la desigualdad restregada por la cara. Y la peor secuela tras la pandemia de COVID será precisamente ese crecimiento de la desigualdad social en España, en Europa y en relación de unos países con otros. Precisamente la Guerra de las Vacunas se juega en esa Liga mundial de lograr que unos salgan antes que otros de los confinamientos, de los frenazos económicos. La sociedad que esté más años enferma de COVID saldrá más pobre y con menos defensas ante el Nuevo Mundo.

Lo peor de la desigualdad no es sufrirla en tus ingresos y posibilidades, que ya eso es dramático. Lo peor es que te digan que eres desigual porque tú quieres, o que se apoderen de tu forma de estar ante la vida o que te manipulen para liderar contigo las batallas de los populistas. Si eres pobre y no lo sabes del todo, lo soportas e incluso crees que es por tu culpa o tu mala suerte. Pero si te señalan como pobre por tu culpa… te rebelas enseguida.

Así que sí, la desigualdad es tremendamente fácil de servir de cerilla, de poderse manipular, de crecer de forma organizada para obtener beneficios privados para precisamente los que nunca han sido desiguales por abajo, sino desiguales por arriba. 

Hay varias formas de ser desiguales, y algunas personas con mando en plaza las conocen bien pues las cuidan y miman, las riegan y les ponen estiércol para que no se queden sin alimento. 

No quieren esos gestores escondidos que desaparezcan los pobres, están muy orgullosos de que haya desiguales. Y saben al menos que el precio que hay que pagar porque haya "muy pobres" es que existan desiguales por el otro extremo y haya "muy ricos", más que ellos. Pero siempre se responden para tranquilizarse que de ellos se ocuparán "los de en medio".

No existe vacuna contra la desigualdad de oportunidades, de ingresos, de trabajo, de vivienda, de dignidad vital, de justicia. 

Y tras una crisis global como esta pandemia que ha llegado cuando parecía que se salía de la Crisis del 2008, los más desiguales salen siempre todavía mas desiguales, pues las ayudan nunca son para ellos; si acaso las migajas, que no son suficientes para nivelar. 

Europa va a tener que mitigar los efectos de esta pandemia, pero lo tendrá que hacer con las economías de los países, no con las economía de las personas, que tendrán que esperar a que sean sus propios países los que legislen alguna ayuda menor.

De entrada ya sabemos que las capas sociales mas débiles están siendo más afectadas por el virus, por sus propios trabajos, por el tipo de vivienda, por los metros cuadrados de que disponen para convivir. Incluso por el peor acceso a la Sanidad Pública que poco a poco se ha ido convirtiendo en Mixta por la telemática solución de atención universal. 

Y los datos son contundentes y claros. Los barrios pobres de las grandes ciudades están teniendo una incidencia de contagios mayores que los barrios de mas nivel adquisitivo.

El Capitalismo puede ser indecente, dedicarse a pensar solo en sus beneficios de reparto, y presionar a los Gobiernos para que no sepan mirar de forma abierta ante los problema de todos. 

Es mucho más sencillo obtener ayudas para empresas que para personas, pues las empresas saben pedir mucho mejor, saben poner sus necesidades por encima de las personas al decir repetidamente que precisamente son las personas las que se benefician o no de su existencia. Un modo muy sencillo de engañar al que escucha. Es cierto, en la misma medida en que es también mentira.

Pero el Capitalismo también puede ser Humano y amable, positivo y limpio. No es el Sistema que el falla por obligación, sino el uso de cualquier Sistema que cada grupo de bebedores de sociedades haga de él. 

El capitalismo en el siglo XXI puede (debe) ser muy diferente al capitalismo del siglo XIX, y para que sobreviva deben ser precisamente los propios capitalistas los que abracen otras formas y abominen de esos abusos contra las personas, contra las sociedad, evitando las desigualdades descontroladas.

La igualdad total ya no existe, no la pudo hacer el comunismo con sus planteamientos que solo se soportaban sobre el papel y las ideas, no lo ha logrado el socialismo con sus trabajos más formulados, y de momento hasta que seamos capaces de encontrar otras fórmulas mejores, nos queda pelear por y con un capitalismo sostenible y humano. 

Un capitalismo mucho mejor repartido. 

¿Suena a barbaridad o a broma? Pues depende de todos, de los propios capitalistas de poder y de los que siendo de izquierdas creemos que el capitalismo también se puede transformar, sobre todo mientras nosotros no seamos capaces de encontrar ideas mejores.

Pero lo que nunca debemos consentir es que se nos hable de socialismo cuando lo que se quiere hacer es capitalismo libre y sin control pero con una limpieza de cara. 

Sin duda el capitalismo es muy potente y tramposo, pero eso no quiere decir que no se puede doblegar sin romperlo, no se pueda “domesticar” para convertirlo en aceptable dentro de unos sistemas democráticos que también cada vez se van más débiles. 

Es la debilidad de todos los Sistemas los que nos llevan a tener que aceptar de mal grado los que de momento existen. Pero es que no veo otra. 

La Economía del Bien Común es un camino intermedio entre socialismo y capitalismo, pues utiliza ambos formulaciones teóricas, pero no contenta ni a los Capitalistas de siempre, ni a los Progresistas que buscan o revoluciones o cambios mucho más potentes. Tal vez sea el camino, pero necesita mas capacidad de explicación, de pedagogía para todos.  

Hablamos de buscar un sistema económico más humanista, con unos repartos que hagan posible una redistribución mejor de las posibilidades, donde los mejores estén arriba pero sin dominar a los que estén debajo, sino simplemente liderando las sociedades, gestionando los futuros desde la posición de los excelentes. 

¿Y quién decide quien son los excelentes, los que están arriba? Pues posiblemente los resultados, las democracias participativas de verdad, los recambios cada poco tiempo, las metas alcanzadas.

Es curioso que en este Año de Pandemia, ante lo que la inmensa mayoría entiende que se trata de supervivencia y de miedos, nos hayamos olvidado de asuntos que son sin duda tan importante al menos como el Virus, y sobre todo deberían ser más sencillos de resolver. 

Ya no se habla de Justicia Social, muy poco de desahucios, nada de asuntos laborales, nada de desigualdad, tampoco de libertades individuales, de economía social, 

Todo el discurso se basa en críticas e insultos de Redes o de Parlamentos, o de silencios casi cómplices. Ya ni en los bares se discute de nada, pues casi no existen los bares.

Julio M. Puente Mateo